EPÍLOGO PARTE 2

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Sus ojos, vaya ojos, eran preciosos, tan verdes, tan brillantes, tan llenos de vida y de alegría, sin maldad, con tanta paz que me hacían sentirme relajada con solo mirarlos.

-Tierra llamando a Camila.- Jake me sacó de mis pensamientos y me ruboricé automáticamente.-

-Oh perdona, estaba pensando en las clases.- que tonta eres, va a pensar que no te interesa lo que estaba diciendo.-

-Tan aburrido soy?.- dijo en tono burlón.-

-Que va, se me está pasando el tiempo volando, de hecho me tendría que ir ya a por Dylan.- no sabía porque, pero no tenía ganas de irme.-

-Si quieres te acompaño, me pilla de paso.-

-Me encantaría.- dije sincera.-

La guardería no estaba lejos, pero íbamos hablando sin parar durante todo el camino, esa vergüenza inicial se había ido por completo y una agradable sensación de cosquilleo se acomodó en mi estómago luchando contra una de arrepentimiento y cargo de conciencia, pero preferí desecharla, no podía estar esperando a Tom eternamente, no quería volver con él ahora mismo, a menos que me demostrase que seguía siendo ese chico del que me enamoré, dulce, atento y cariñoso, con pinta de chico malo pero en realidad todo lo contrario, lo único que me consolaba es que con Dylan no había cambiado absolutamente nada, siempre lo dejaba al margen de nuestros problemas, como tiene que ser.

Cuando llegamos llame a la puerta y al poco tiempo salió una de las cuidadoras con Dylan en su cochecito, espabilado y entretenido con uno de sus juguetes.

-Cómo se ha portado?.- pregunté preocupada, era la primera vez que lo dejaba con desconocidos y no sabía como podía reaccionar.-

-De maravilla, es un niño muy bueno.- me dijo sonriente la cuidadora, que tendría unos treinta y algo años, me daba muy buena impresión, y si me la habían recomendado mis abuelos me fiaba totalmente.- Bueno, aquí os dejo a vuestro pequeño príncipe.- dios mío, ha pensado que Jake es su padre, creo que me voy a morir de la vergüenza.-

-Eh..no..él no es..- balbuceé sin sentido hasta que Jake supo reaccionar mejor.-

-Yo no soy el padre, soy un amigo.- dijo con esa sonrisa encantadora que a mi parecer creo que dejó sin aliento a la pobre mujer.-

Después de ese incomodísimo momento me acompañó hasta casa, la verdad es que me daba pena hacerlo dar tanta vuelta, pero él me había insistido tanto que no me he podido negar. Llegamos al portar de casa y se produjo un silencio un tanto incómodo.

-Bueno, pues ya hemos llegado.. tú dónde vives?.- pregunté tanto como para romper aquel silencio y por curiosidad.-

-Dos calles más adelante que tú.- nos sonreímos creo que con complicidad.- me gustaría hacer esto otra vez, he estado muy agusto.- me cogió la mano y la acarició suavamente, haciendome sentir una corriente y un ardor recorriendo mi cuerpo.-

-A mi también, aunque al principio estaba muy avergonzada.- dije sonriente y sincera.-

-Y eso por qué?.- hice un gesto con la cara como gritándole "es obvio, nos acostamos juntos".- oh, ya.- dijo con una sonrisa espléndida.- yo también, pero bueno, somos ya mayorcitos y esas cosas pasan, no es que sea la mejor forma de empezar a conocer a alguien, pero el alcohol es malo, muy malo.-

-Si, demasiado, bueno debería ir subiendo ya, está empezando a refrescar.-

-Por su puesto, te dejo mi número.- le di mi móvil para que lo apuntase.- ya está.- dijo devolviéndomelo.- supongo que mañana nos veremos no?.- asentí timida.- hasta mañana.- me dijo en voz baja mientras me daba un beso en la mejilla.-

Por primera vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora