La noche pasó realmente lenta, primero Tom aporreando la puerta de mi habitación durante una hora de reloj, no decía nada, solo que le abriera, pero no me apetecía ni ver su sombra en ese momento. Yo que pensaba que lo había hecho en un acto de amor y solo había sido porque tenía herido su orgullo de machito, era demasiado doloroso pensar que todo lo que sentía por mi se había esfumado todo este tiempo, pero qué chico de 19 años quiere tener un hijo y lo peor, irse a vivir con la madre cuando ni si quiera están juntos? pero eso no justificaba el trato de ayer, yo también lo estaba pasando mal, muy mal, y él solo pensaba en si mismo.
Me desperecé sin ganas en la cama, no me apetecía en absoluto salir de mi habitación, pero eran las 8 y media de la mañana y a Dylan le tocaba su biberón, con un poco de suerte estaría dormido todavía. Cogí con cuidado a mi pequeño sin ajetrearlo mucho para que no empezase a llorar y por suerte no lo hizo, salí sigilosamente, miré hacia todos lados y respiré tranquila cuando me di cuenta de que no habían moros en la costa. Lo dejé en la cunita portátil un momento y creo que nunca he preparado un biberón tan rápido en estos meses. En cuanto estuvo hecho y perfecto de temperatura prácticamente corrí a mi habitación.
Dylan estaba cada día más guapo y mas grande, tenía que llevarlo al pediatra a que le pusiesen las vacunas y le hiciesen una revisión rutinaria.
Cuando terminé de darle el biberón y de sacarle los gases se volvió a dormir como todo un príncipe y como yo también tenía algo de sueño lo puse a mi lado en la cama arrullándolo. Pasados unos minutos noté un peso detrás de mi, y mi cuerpo se tensó de inmediato, no me hacia falta darme la vuelta para saber quien era, su aroma era inconfundible. Debería haberme quitado de inmediato de su lado, pero a pesar de todo no me salir hacer eso, ni yo misma sabía por que.
Puso una mano sobre mi hombro, después la deslizó por mi brazo hasta mi mano que acariciaba la carita de Dylan, acarició delicadamente mi mano y luego cogió la pequeña manita de Dylan que enseguida rodeó el dedo índice de Tom con sus dimitos deditos. Solté un suspiro de tristeza pensando en lo maravilloso que podría ser criar juntos a nuestro hijo, y juntos me refiero a estar bien, a no pelearnos, a amarnos como hicimos algun día.
-Tenemos que hablar.- dijo sorprendiendome.-
-Yo creo que no tenemos nada de que hablar, Tom.-
-Por favor Camila.- suspiró y apoyó su frente en mi hombro dandole un pequeño beso en el camino.-
-Ahora no, quiero descansar.- dije con la voz muy quebrada por el nudo que tenía en la garganta.-
-No es bueno que pospongamos las cosas.- dijo serio.-
-Lo que no es bueno es lo que hiciste ayer.- dije en un susurro.-
-Yo no lo veo de esa manera.- lo miré reprobatoriamente pero él se levanto de la cama y se fue.-
Apreté los puños con fuerza y respiré hondo, desde luego no me iba a quedar todo el día en esta casa con él, necesitaba airearme con las chicas, las únicas que me podrían dar un consejo claro viendo las cosas desde fuera, porque yo en este momento tenía la mente más nublada que en una borrasca.
Sobre las doce las llamé para salir a comer y aceptaron encantadas, ese día tenían clase por la tarde asi que tenían esas horas libres. Me puse algo sencillo, vestí a Dylan ya que pensaba llevarlo con nosotras para que saliese a la calle, cogí mis llaves y mi móvil que pude volver a recoger después de la discusión de anoche y me dirigí al comedor a coger el carrito de mi pequeño.
-A dónde vas?.- preguntó Tom desde el sofá en el que veía la tele.-
-Me voy a comer fuera.- se volteó bruscamente.-
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Por primera vez.
أدب المراهقينCamila, 17 años, alegre, extrovertida, dinámica, inocente pero rebelde, se verá enredada por primera vez en situaciones que nunca habría imaginado.