Capítulo 24.

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Me quedo mirando el techo horas y mas horas, o por lo menos eso me parece a mi. Me levanto y recojo mi ropa del suelo, deslizo los vaqueros negros por mis muslos y bajo la camiseta por mi vientre.

Me vuelvo a tumbar, esta vez vestida y bostezo aunque no he hecho nada en todo el día. Me desespero a cada minuto que pasa. Cierro los ojos, recordando sus manos recorriendo mi cuerpo y un leve gemido escapa de mis labios. Escucho un coche aparcarse en la entrada y seguidamente la puerta se abre. Me giro, esperando ver a Jesus, pero no. El chico rubio me sonríe con malicia y de acerca al sofa.

-Hola muñeca - me examina de arriba a abajo y un escalofrío recorre mi espalda. - Te vas a venir conmigo - me coge de la muñeca, intento soltarme y me agarra mas fuerte.

Grito y me tapa la boca. Otra vez la misma sensación.

-Quieta, joder - me pega las dos muñecas al pecho y me arrastra al coche. Me tapa la boca con cinta aislante y me ata las manos. La segunda vez en dos semanas. Me empuja al maletero y me cuesta respirar. Le mantengo la mirada hasta que lo cierra e intento mantener la calma. No puedo moverme, gritar, hacer nada. ¿Jesus sabrá esto? Si, claro que si, y le dará igual. Estiro las piernas y chocan algo, y vuelvo a doblarlos.

Los baches de la carretera me hacen botar y me estoy clavando algo en el costado, cada vez duele mas esta mierda. Para en seco y sus botas resuenan por el camino a medida que se acerca.

Abre la puerta y lo abre bruscamente.

-Jesus tiene que estar al llegar allí - anuncia una voz masculina desde algún sitio y el que recuerdo que se llama Marcos me saca del maletero, para seguidamente meterme en una pequeña casa de madera.

El secuestro. (Gemeliers Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora