Capítulo 20.

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Jesús.

Doy golpes en el volante con la punta de los dedos y aparco lo mas rápido que puedo. Siego a adrenalina correr por mis venas y en este momento solo una cosa puede tranquilizarme, y no es una cosa, es una persona.

En menos de dos minutos abro la puerta de donde esta ella de una patada y se levanta de un brinco.

Sus ojos revelan un terrible miedo a medida que me acerco y odio eso.

Pego su espalda a la pared y su cadera con la mia. Le agarro las muñecas por encima de la cabeza y junto sus labios delicadamente con los míos y los muevo lentamente.

-Déjame hacerlo...- mi voz suena tan desesperada como imaginaba, pero me da igual, todo me da igual y la vuelvo a besar- solo una vez mas - me convezco a mi mismo de que esto no se volverá a repetir, pero asi solo consigo retrasar lo inevitable, se que nunca podre enamorarme de ella, que todk será imposible, pero como e dicho, todo ahora mismo me da igual - solo una...

Suelto sus muñecas y bajo las manos a su cadera, rápidamente sus manos rodean mi cara y me muerde con cuidado el labio inferior.

Me encanta, realmente, me encanta.

La empujo guiándola hasta el sofá, ojalá pudiera sacarla de una puta vez de aquí, la recuesto con sumo cuidado y saboreo a la perfección sus labios, rodeo su espalda con mis brazos y cierra los ojos soltando el aire que llevaba conteniendo un rato en su interior.

No volveré a tocarla, asi que quiero hacerlo bien esta vez, a medida que pasan los segundos la rabia que se acumulaba en mi interior se a esfumado casi por completo al roce de mi cuerpo con el suyo.

-Di algo... - susurro contra su pelo teniendo en cuenta que no ha dicho una sola palabra desde que a empezado todo esto.

Se le escapa un pequeño gemido y abre los ojos, que ahora están llenos de deseo.

Sonríe y con eso me basta, bajo de nuevo a su cuello y la beso delicadamente, sus manos agarran con fuerza el sofá.

Quiero que se tranquilice, que pueda disfrutar esto de la misma manera que yo.

La levanto y la siento sobre mi regazo para seguir cubriendole la espalda con mis brazos y desabrocharle el sujetador.

Se lo quito poco a poco observando como se desliza el tirante por su hombro y su brazo, como su pecho sube y baja por su respiración.

El secuestro. (Gemeliers Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora