Beautiful Accident - Larry Stylinson

El ying y el yang

Un día después.

Harry se incorporó como un resorte de la cama una hora antes de lo debido, cinco de la mañana, aproximadamente, el cielo aún estaba oscuro. El único pensamiento que se le cruzó fue que no quería encontrarse con Louis. Salió del lugar lo más pronto que pudo, pero, para su desgracia, alguien ya se le había adelantado; se encontraba frente a él, con los brazos cruzados y una media sonrisa en el semblante, una sonrisa que le decía: ¿En verdad creíste que te librarías de mí? Já.

- Oye... -Louis usó un tono más delicado de lo habitual.

- Hola.

Harry se rindió, sabía que tarde o temprano esto debía suceder, que en algún momento se tendría que entablar conversación y solucionar el tema. Era difícil en verdad, no podía ni mirarlo a los ojos. Louis no había hecho nada, eso lo sabía a la perfección, pero eso no significaba que no le doliese que se fijase en otras cuanto lo tenía a él, dispuesto a darlo todo a cambio de nada.

- Antes de que digas algo... o de que me mates...

Suprimió una risa.

- Uhm... -se encontró en la incomodidad de no saber qué responder, Louis solo balbuceaba y hacía las cosas más difíciles.

- Te tengo una propuesta.

- ¿Qué?

- Ir a otro lugar que no sea el instituto, no sé, salir... ¿quieres? -evitó el contacto visual, se había ruborizado.

- ¿Y eso?

Louis mantenía la mirada baja, jugaba con los puños de su casaca.

- Sé que ayer tuviste un mal día, me escuchaste en un mal momento, te lo debo -lo miró y luego volvió a huir, más ruborizado aún-. Y... no me preguntes más o harás que me arrepienta.

- Pero las cla...

- Al diablo, quiero salir.

- Yo...

- No me puedes negar una salida.

- Oh, créeme, sí que puedo.

Louis encarnó una ceja.

Y, como por arte de magia, ya se encontraban caminando hacia el lugar al que Louis tenía planeado. Se quería hacer el independiente cuando era un gobernado.

No quería sentir más esos sentimientos fuertes por él y que lo lastimara, pero, ¿qué podía hacer? El corazón quiere lo que quiere.

Caminaban en silencio. No tenía idea alguna de a dónde lo estaban llevando, tampoco le iba a preguntar, quería que Louis fuese el primero en hablar. Miró alrededor. La vista era increíble: sin tanta gente, colinas llenas de plantas, una bajada que daba directo a la playa. Había un enorme puente en el medio de todo, debajo de él se divisaba gente trabajando; unos tocando instrumentos, mientras que otros hacían artesanías. Era el paraíso.

- ¿Nos sentamos? -sugirió Louis.

No se negó, solo lo siguió. Se quedaron en una colina que estaba despejada de plantas, más que nada por los insectos. Se encontraban alejados el uno el otro, no era para menos. Louis con su homofobia, mientras que Harry con sus alocadas ganas de abrazarlo. Lógico.

Los rayos de luz caían sobre su rostro, encegueciéndolo hasta tal punto de tener que achinar sus ojos. Ya se imaginaba con qué cara desastrosa iba, cara de haber chupado un limón. Louis lo observaba con disimulo, Harry lo notó y volteó para mirarlo directamente, sin aparentar; este se sorprendió al principio, pero, al ver a dónde quería llegar, se incorporó e hizo lo mismo, como si no se sintiera intimidado por aquel contacto visual.