Señor imbécil

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Las clases terminaron; Harry quedó encantado, se la pasaron toda la hora analizando qué colores eran cálidos y cuáles fríos, luego comenzaron a pintar con acrílicos; amaba crear y hacer cosas nuevas. Recogió sus cuadernos y los metió en su bolso con apuro. Estaba ansioso por llegar a casa, así podría escuchar un poco de música en un parque que le quedaba cerca, relajado y sin interrupciones. Uno de los motivos por los cuales le encantaba tanto aquel lugar es porque siempre está vacío, le agrada mucho la ausencia de la gente.

Caminando por la calle con un calor sofocante, su frente estaba llena de sudor, apartó un poco con la mano. El sol lo enceguecía hasta tal punto de no poder abrir bien los ojos, era semejante a un ardor, como si el sol fuese a prender en fuego todo lo que se encontraba a su paso.

- Mierda.

Había chocado con alguien y lo más inteligente que ese desconocido pudo hacer fue quejarse. No era para menos, lo había empujado con tanta fuerza que se había salido de la acera, con suerte pisó bien en el pasto para no caer.

- Si existe alguna posibilidad de que nos volvamos a encontrar, ten más cuidado para la próxima, ¿quieres? Y no es una pregunta, es una orden -le dijo con tono arisco.

Harry se encontraba aturdido, no tenía idea de quién podía tratarse. Lo único coherente que logró pensar fue: ¿quién se cree que es para hablarme así?

- Y tú cuida con qué tono me hablas, no porque haya chocado contigo quiere decir que tienes derecho de venir aquí con poses de diva histérica -contraatacó, no obstante se arrepintió a los pocos segundos, era como si esas palabras hubiesen salido sin previo aviso.

No era de esos chicos que se caracterizaban por la agresividad, mas no dejaría que un desconocido le hablara de esa manera; es decir, no lo había hecho adrede, fue accidental. No se quiso molestar en ver de quién se trataba. Hizo un intento fallido por seguir su camino, no pudo al ser tomado de la muñeca por el muchacho.

- Espera -examinó sus facciones a una distancia no tan prudente, seguía sosteniéndolo del brazo, como si se le fuera a escapar si es que lo soltaba.

Harry se dio por vencido y se dispuso a hacer su mayor esfuerzo por ver de quién se trataba, enrojeció al comprobar que era el chico que le movía el piso.

- Estás en mi salón -el vecino continuó observándolo y luego, al darse cuenta de que la situación no era muy normal, lo soltó con brusquedad, con un alto nivel de rechazo.

- ¿Uh? -se encontraba en una lucha interna por hallar qué decirle. Usualmente si uno piensa mejor las cosas y las posibles respuestas se desenvuelve con facilidad, en su caso es todo lo contrario. Deseaba retroceder el tiempo y cambiar lo primero que dijo, quería que fuese algo más inteligente, pero ya ven, la torpeza se lleva en la sangre-. Es verdad -añadió después de unos segundos. Seguía con el deseo de decir más, pero no encontró nada. Se sintió imbécil.

- Lamento haberte tratado de esa manera, a veces soy muy insoportable.

Harry dudó por unos segundos de aquella disculpa, pero quiso creerle. El chico llevaba la mirada baja y el semblante lleno de arrepentimiento, cosa que logró conmoverlo; en realidad cualquier cosa lo hacía; muy sensible, le decían.

- No te preocupes -le brindó una cálida sonrisa, con la intención de entrar en confianza.

Lo miró incrédulo.

- ¿Seguro?

- Por completo.

- Bueno.

Continuaron su camino en silencio, uno al lado del otro.

Beautiful Accident - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora