Capitulo 9

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No es posible que se entiendan tan bien. Es increíble que este sea el hombre temible, petulante y doble cara que conocí hace unos días en su oficina y que sea amable ahora después de lo increíblemente IDIOTA que fue hace rato.

No me agrada.

A Jason se le nota la emoción al estr hablando con el Señor Petulante. Es como si tuvieran mucho en común o como si fueran amigos de toda una vida, amigos del alma y no se hubieran visto en muchos años, y que ahora se están poniendo al día. Es irritante y no me siento a gusto.

¡Deseo que esto acabe ya!

Hablan de deportes, en especial de futbol, al parecer ambos siguen al mismo equipo: Manchester United. La verdad, hace tiempo que les dejé de prestar atención. Me siento muy incómoda, tanto que no puedo disfrutar de la deliciosa comida, pero sigo comiendo para aparentar que estoy bien y no arruinar el momento de Jason.

- Y... ¿viste el partido el lunes? –pregunta Jason.

- Claro, no me lo podía perder por nada en el mundo –le responde el señor petulante.

- Fue muy bueno y lo mejor fue que gano el Manchester –ríen contentos, como si hubieran encontrado un hermano gemelo o como si se hubieran visto en un espejo y encontraran su alma gemela. Su media naranja. Yo ruedo los ojos irritada–. Aunque para ser sincero, siento que tuvieron que haber cambiado a ese defensa. No servía para nada. Otras veces ha jugado mejor, no sé que le pasó esta vez a Eric Bailly.

- Y eso no es todo. Por lo menos De Gea atajó la ultima, porque si no hubiéramos perdido.

- Tienes toda la razón, Sebástian.

- Sabes, yo estuve en ese partido, si quieres la próxima te invito y te presento en mi círculo social. Como médico profesional, es bueno tener contactos influyentes.

- Me parece genial. Muchas gracias, que amable.

- Bien está hecho. Iremos al próximo partido del Manchester –ambos brindan y ríen juntos.

Es tan lame botas.

- Y... Cuénteme, señor Black. ¿Qué tal el hospital?

- Jason, por favor. Si me siguen diciendo "Señor Black" me sentiré como mi padre –ríen y el Señor Petulante asiente–. Bueno, ¿qué te digo? –dice pensativo, pone su mano en la boca y se apoya en su codo sobre la mesa–. Es un trabajo pesado y muy cansado, pero lo que me impulsa a seguir adelante es el saber que le puedo salvar la vida a una persona –El Señor Petulante parece interesado en lo que Jason dice; sin embargo, no creo que de verdad le importe–. Hace poco un niño murió en mis manos y me sentí devastado porque no pude hacer nada por él. Sé que como doctor debo estar acostumbrado a que estas cosas pasan, pero la verdad es que me esfuerzo para que no sea así. Estas personas tienen familias que sufren por ellos y ellas, y me duele su dolor. Por eso me esfuerzo cada día para salvar sus vidas y cuando alguien muere bajo mis cuidados, me es imposible sentir indiferencia.

>>Pero luego vi la luz que me quito esa pena –me voltea ver con ojos de enamorado, yo sonrió y me pongo roja como tomate. Otra vez–. Erika, es mi luz. Mi vida. Ella llego a mií y me cautivó su timidez, su dulzura e inocencia. Lo cual, me conmovió e hizo que me enamorara. Fue ella, la que eliminó cada pesar, cada dolor y me iluminó el alma –besa mi mano con ternura, cierra los ojos mientras lo hace, yo sonrió contenta y vuelvo a ver al Señor Petulante de reojo, y noto enseguida que me mira fijamente intrigado–. La amo y sin ella no se qué haría.

- Que bien –dice cortante–. Y... ¿cuánto llevan juntos?

- Lo suficiente para saber que JASON –enfatizo su nombre y noto que suelta una media sonrisa con sus labios–, es el amor de mi vida –miro a Jason y él me da un leve beso. Pero por alguna razón me siento incómoda. Tal vez es por la presencia de este hipócrita.

¿Enamorarme de ti?... Imposible [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora