Capitulo 12

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Sábado 12 de diciembre del 2015.

Son la una con treinta minutos. Algo no me deja dormir. Siento la garganta muy seca y cuando me levanto me doy cuenta de que Jason no está. Agarro su camisa blanca que está en el suelo y me la pongo. Me queda inmensa. Al terminar de abotonar la camisa, me voy a mi baño un momento.

Me miro al espejo, estoy pálida. Me mojo la cara con un poco de agua y salgo del baño. Camino hacia la sala por el mismo camino de pétalos de rosas que Jason puso para mí. Cuando los vi en el suelo, lo primero que me cruzó por la mente fue: "que romántico"... nunca me lo hubiera imaginado, que Jason hiciera todo esto por mí. Definitivamente me enamoré de un hombre maravilloso.

Él llegó a mi vida como si nada. Yo estaba bien viviendo mi vida normal y corriente y nada más; sin embargo Jason irrumpió en mi corazón sin decir nada, sin pedir permiso y ahora mi alma, mi corazón, mis pensamientos, mis sentimientos y mi cuerpo le pertenecen por completo. Y creo que él siente lo mismo por mí, me lo ha demostrado y yo le creo. Cuando llegó a mi vida, pasó de ser una vida normal a una vida interrumpida por el amor.

Miro a Jason en la cocina. Parece que estaba igual que yo, sediento. Camino hacia él y lo abrazo por su espalda desnuda. Se siente tan cómodo, tan cálido y huele a Jason, mi olor favorito. Me tiene en un delirio.

- ¿Qué te parece si me corto el cabello? Ya lo tengo muy largo –le pregunto. Jason se voltea, lo suelto y ahora está frente a mí, con esos ojos brillantes. Toma un mechón de cabello, lo acaricia y luego se me acerca lentamente. Me abraza, y justo huele mi cabello.

- No lo hagas –vuelve a oler mi cabello–. Amo tu cabello así como está. Largo, sedoso, suave, con olor a sandía, tan negro como la noche. Déjalo largo –me dice y luego me besa–. ¡Mmm! Que sexy te ves con mi camisa –me pongo roja como tomate–. No te avergüences, eres hermosa.

Bajo la mirada al suelo, Jason levanta mi barbilla para vernos fijamente a los ojos. Me besa en los labios suavemente, luego más intenso aumentando el ritmo. Pasa sus manos por mi espalda, baja a mi trasero y nos separamos, él me toma de las caderas y recobramos el aliento para seguir besándonos intensamente.

- Tus labios son mi droga favorita. Creo que me he vuelto adicto a ti –me dice mientras me besa.

Caminamos hacia atrás mientras nos besamos y chocamos contra el desayunador, me toma de la cintura con fuerza y me levanta sentándome sobre la mesa. Mi trasero desnudo siente el frío de la mesa, pero no me importa. Desabotona la camisa y me la quita, besa mi cuello aceleradamente y yo enredo mis dedos en su cabello; se separa de mí y se quita su bóxer dejándolo descaradamente en el suelo de la cocina.

Me besa de nuevo en los labios con pasión y ternura al mismo tiempo. Pasa sus manos por todo mi cuerpo, mis senos, mi cintura, mis caderas, mi vientre, mis muslos; con una suavidad que hace que me retuerza de deseo. De repente siento como sus dedos entran mí y como empiezan a moverse dentro. Gimo.

Con mis piernas separadas, sus dedos jugando con mi deseo interior y sus labios besando mi cuerpo; gimo, pongo mi mano izquierda sobre la mesa como sujetándome para no caerme, y la mano derecha la pongo sobre su hombro izquierdo fuertemente. Jason acelera el ritmo, mientras yo gimo con más intensidad.

- Jason –estoy a punto de venirme.

- Espera, un poco más –dice Jason con voz cortante como si hubiera leído mi mente y me besa en los labios.

- No puedo –mis piernas están tensas–. No puedo –repito con la voz entrecortada y gimo.

- Espera un poco.

- De acuerdo –asiento y vuelvo a gemir. Jason retira sus dedos de repente. Cuando separa mis piernas aun más, las acomoda alrededor su cintura, está a punto de entrar cuando...

Suena un tono de música, extraño. Es de su celular. Entonces se detiene y se separa de mí. Se va en dirección a él para contestar. Debe ser algo importante, algún paciente del hospital. Yo me bajo del desayunador y me pongo de nuevo su camisa dejándola medio abotonada. Camino hacia él y escucho su conversación. Su tono de voz parece alterado.

- ¿Otra vez está enfermo? –parece preocupado–. Espero que no me estés chantajeando para que vaya, ¿verdad? –¿qué será lo que ocurre? ¿Quién lo chantajea?–. No me vengas con eso ahora –su tono sube, ahora parece enojado–. Ya sé que es mi responsabilidad... Bien, estaré mañana por allá... ¡Adiós! –se despide y cuando cuelga me mira directo a ojos–. Lo siento, bebé, debo irme unos días, tal vez más.

- Bien. Yo entiendo, pero ¿adónde vas? –pregunto algo triste, decepcionada y preocupada. Bajo la mirada.

- Australia. Algo ocurre con la salud de mi padre. Debo irme... Esta noche –levanto la mirada sorprendida–. No te preocupes, volveré pronto. Ahora, necesito mi camisa –dice y me besa con ternura.

- De acuerdo –me voy a mi habitación para ponerme la pijama. Y cuando salgo le doy la camisa y él está casi listo para irse.

- Ya compré el tiquete de avión con mi teléfono –me mira y me besa rápido–. Volveré más rápido de lo que canta un gallo. Lo prometo –me besa en la frente. Se pone su camisa y una vez listo, nos dirigimos a la salida.

- Bien –se despide y se va en su auto. Yo me quedo sola, decepcionada, vestida y alborotada.

¿Enamorarme de ti?... Imposible [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora