[1] Una propuesta y un golpe.

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Les dejo al babu de Louis en multimedia ahr. COMENTEN REACCIONES POR FAVOR, LAS AMO LA VIDA. 


Suelto un suspiro irritado a la vez que siento varios pares de ojos en mí, puedo asegurar que me veo ridícula discutiendo con un tipo de casi dos metros de altura en la puerta de un bar clandestino. Pero es completamente estúpido que no me dejen pasar por "no estar en la lista" ¡Es un bar clandestino por amor de Dios! Las listas ni siquiera existen en estos lugares.

—Por favor, soy una de las DJ's del club —me cruzo de brazos y trato de parecer lo más firme posible, pero la mirada del hombre sigue tan amenazante e intimidante desde que llegué al tope de la fila.

—Y yo soy el presidente de la FIFA —rueda los ojos y estoy a punto de reír porque se ve absolutamente ridículo realizando tal gesto. Y bueno, la risa se me escapa y parezco aumentar su irritación. —Vete a casa antes de que me obligues a hacer algo contra la ley, niñita.

Gruño y me pongo las manos a las caderas, demostrándole que no pienso mover un solo dedo de dónde estoy. Ya me imagino porque no me dejan entrar, es seguramente por el incidente del anterior fin de semana, y todo este asunto es gracias a ese niño consentido del cual no recuerdo su nombre. Pues que se joda, no lo dejaré ganar.

—Quiero hablar con Liam —demando, esperando que no esté sobrepasando los límites. Si Ruth se entera de esto probablemente me corte la cabeza por ser tan imprudente. Pero demonios, él mismo me contrató y según sé, es uno de los dueños.

El hombre me ignora y repentinamente aparecen dos fortachones más con caras de pocos amigos, y vienen directo hacia a mí. Demonios.

—Te arrepentirás de esto, idiota —escupo y me alejo de los brazos de los hombres que intentan quitarme del camino. —No se atrevan a tocarme.

Les regalo una mirada de advertencia y los apunto con mi dedo índice, re-acomodándome la chaqueta y fulminándolo con la mirada antes de caminar enojada a un lado de la fila. ¿Ahora qué diablos se supone que haga?

Pasan al menos unos cinco minutos hasta que decido llamar a Ruth, de alguna forma ella me metió en este lío y ella es la que tiene que sacarme. Me alejo un poco del callejón dónde se encuentra el bar y dudo en alejarme tanto, apuesto a que hay ratas por aquí.

Para acabarla de rematar, Ruth no contesta y me obligo a guardar nuevamente mi celular y esperar. ¿Pero qué? No es como si esperara que ocurriera un milagro y repentinamente se abriera una puerta hacia el bar, ¿o si? Esto no es Harry Potter.

Echo otro vistazo a la puerta del bar y descubro que el fortachón se encuentra hablando por teléfono tan distraídamente que fácilmente podría escabullirme y entrar. Sí, suena peligroso. Sí, probablemente me atrapen y me maten. Sí, pero no me importa.

Como toda una profesional, me pego a la pared y camino sigilosamente hasta la puerta y me tenso cuándo el fortachón se mueve hacia a mí, pero gracias a Dios vuelve la atención completa su teléfono.

Oigo unas cuantas palabras de lo que dice y me deslizo dentro rápidamente, ignorando el fuerte y rápido latido de mi corazón. Okay, ahora a tomar mi lugar.

En el club resuena un remix de una canción de Calvin Harris que es demasiado buena cómo para admitirlo, y me pregunto quién demonios manejará la música, aun cuando ya sé perfectamente quién es. Ese idiota.

Choco con unas cuántas personas danzantes mientras hago mi camino hacia el segundo piso, mis puños sudan y estoy a punto de abalanzarme contra él cuándo lo veo manejando con naturalidad la música.

Wolves. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora