[13] Confrontación.

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El regresar a mi departamento luego de lo ocurrió fue menos difícil de lo que creí. Y quizá fue porque toda la parte de mi paranoia se había disipado al ver al intendente del edificio en su relativo puesto de trabajo, dónde reproducía una vieja radio. Había regresado ahí para avisar que no regresaría y limpiar el desastre sin que nadie lo notara, afortunadamente los daños eran mínimos en el sentido de cosas que podía mover fácilmente. Si hubieran roto más la estructura del edificio, nos veríamos en casos apretados. Le sonreí al viejo como si aquel fuera otro día normal, y él me respondió del mismo modo. No me entretuve demasiado y emprendí el mismo camino que probablemente recorrería por última vez.

A partir de ese momento, me quedaba sin hogar.

Lo que ciertamente fue difícil, fue el volver a ver todo lo que una vez se encontraba organizado. Extrañé la presencia de Olivia y aparté los pensamientos inmediatamente, no podía distraerme demasiado.

Aunque habían transcurrido varios días luego del incidente, casi no me parecían suficientes. El entrar de nuevo ahí acumulaba la rabia que venía rebosando en mi cuerpo días anteriores. Yo definitivamente no me quedaría de brazos cruzados en la espera de otro suceso como este.

Harry había insistido en acompañarme, alegando que quería mantenerme segura por si algo llegaba a ocurrir, pero yo lo que menos quería era que pensara que yo era vulnerable. No me sentía mal, el único sentimiento contrastando mi personalidad era el de rabia.

Esa misma noche, luego de recoger las cosas en mi departamento con ayuda de Michael, regresé a casa de Harry para cambiarme y partir hacia el club, dónde otra reunión esperaba. Yo no quería más charla barata, quería acciones.

Todo pintó bien hasta que me encontré con el diablo al salir del baño, luego de haber tomado una ducha. Casi sentí la bilis subiéndome por la garganta. La ironía de la situación contrastó la sensación de deja vú que dominó la habitación. Hace casi un mes, la situación era diferente y yo definitivamente no era la que se encontraba en paños menores.

Como si de alguna forma pudiera ocultar mi desnudez, pienso rápido y aprieto el nudo de la toalla en mi pecho, tragando saliva e ignorando la expresión ligeramente perpleja y divertida en el rostro de Louis.

—¿Qué estás haciendo en mi habitación? —balbuceo y desvío los ojos hacia la cama, sin mirarlo. Algo me dice que está situación es algo peligrosa, y no es porque yo tenga cierta-rara-atracción-imposible por él, porque definitivamente no es así. Es sólo que... Louis en ciertas ocasiones me intimida un poco.

Él toma un peligroso paso en mi dirección y yo retrocedo—. Bueno, te respondería si no fuera por el hecho de que está, ciertamente, no es tu habitación —arquea una ceja y yo decido caminar hacia el closet, dónde la mayoría de mi ropa se encuentra desordenada dentro.

Carraspeo y lo miró de refilón, notando que ahora se encuentra al pie de la cama, al otro lado de mí—. No seas irónico, Louis. Voy a pedirte encarecidamente que salgas y me dejes vestirme.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que pueda pasar algo indebido? ¿Tienes miedo de engañar a tu estúpido pelirrojo falso? —inquiere, tocándose la barba con parsimonia. Yo ruedo los ojos y cierro de golpe la puerta del closet luego de haber tomado una muda de ropa para ir al club.

—No tengo miedo de nada, en especial, de ti —aclaro, desplazándome a su lado para conseguir mi crema corporal y desodorante en la mesita de noche junto a él. No es que coloque esas cosas ahí, planeo acomodarlas en el baño luego.

Casi espero que me aborde, pero no hace nada, se queda parado dándome la espalda y yo le saco el dedo a escondidas.

—Ah, ¿sí? —dice, todavía dándome la espalda y yo frunzo el ceño ante sus palabras.

Wolves. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora