Pasaron minutos y horas antes de que Gaspard despertara. 4horas para ser exactos. Ya se estaba volviendo una asquerosa costumbre él que esto ocurriera.
-Te odio...-susurré a ver si esta vez reaccionaba. Seguía sin mover ni un minúsculo músculo.
Había días que se dormía por 7 horas y otros en los que dormía 12 horas completas. Su enfermedad me agotaba, en cualquier momento fallaba y se dormía en un suelo tan profundo que ni el mejor Red Bull lo despertaba.
-Te odio maldito estúpido, sabes que no puedo vivir sin ti y a ti se te ocurre asustarme cada media hora-decía mientras sentía como mid lágrimas volvía a brotar de mis ojos.
Un día te dormirás y nunca más despertarás y eso... Eso me pone mal
Me pone triste saber lo cerca que estoy de perderte. Cada día que pasa es más difícil hablar contigo, sacarte sonrisas, fastidiarte. Estoy exhausta tanto mental como físicamente, lo amo pero su situación me agota a los extremos.
-Por favor Gaspi...-susurraba por enésima vez. Gaspard abrió lentamente los ojos y me miró.
-¿ocurrió otra vez?-preguntó débilmente, yo asentí. Él me miró apenado y triste-Lo lamento... Prometí no hacerte llorar nunca más y ahora soy la causa de tus ojos rojos y dolores de cabeza.-débilmente intentó mover su mano para acariciar mi mejilla, su mano temblaba por lo débil que estaba así que la agarré y la presioné contra mi mejilla.
Después de sus letargos despertaba completamente débil y pasaban horas antes de que recuperara su fuerza normal. Yo besé su frente.
-Te amo y no pieso dejarte aún así se llene el mar con mis lágrimas-susurré sonriendo sinceramente sólo para él. Él me miró y su mirada estaba llena de tristeza.
-Deberíamos irnos-dijo intentando moverse, sin éxito porque aún estaba débil.
Que difícil ver a la persona que amas sufrir.
-Tranquilo, dejame ir a comprar algo para que te tomes y un dulce para la azúcar-dije ayudándole a que se sentara. Me levanté le di un pequeño beso y camine hacia una tienda cercana.
Cuando llegué, abrí la puerta y suspiré cansada; agarré unas cuantas golosinas, jugo, agua y unas cuantas revistas. Miré al cajero con la mejor sonrisa que podía poner para ese momento, él agarró las cosas que puse en el mostrador y empezó a sumar los precios de todo.
Yo observaba la tienda y encontré unas postales de Italia y me hicieron recordar lo mucho extrañaba a mi familia, sobre todo a mi mamá y a mi hermana.
Me pregunto que será de la vida de Gaby...
Ya no hablaba mucho con ella, no porque no quisiera, si no que entre ayudar a Gaspard, preocuparme por mis estudios, encontrar trabajo; pequeñas cosas que hacían que no estuviera pendiente para nada del teléfono.
Él que necesitaba hablar conmigo me llamaba, siempre era así, muy pocas veces respondía los mensajes.
Le enviaré una postal a mi papá y a mi abuela.
-¿Es todo lo que va a llevar?-me preguntó el cajero haciéndome volver a la realidad. Yo le entregué las postales que llevaría para que las sumará al monto y luego pagué.
Salí de la tienda, saqué mi teléfono y marque el número de Gaby, mientras caminaba hacia donde había dejado a Gaspard. Lo miraba desde lejos, tenía la cabeza recostada a un árbol cercano, los ojos cerrados y las manos en sus rodillas. Me senté junto a él y le entregué las golosinas que compré, él agarró los Doritos y empezó a comérselos.

ESTÁS LEYENDO
Un chico diferente.
Teen FictionMi nombre es Carla Ulliel, me acabo de mudar a New York, por el trabajo de mi madre. Soy muy sociable y algo que no soporto es que se aprovechen de las personas. Cuando llegue a este nuevo instituto me sorprendio lo mucho que los chicos y chicas pue...