T1. Capítulo 2 Parte 2: El pasado

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Me tumbé en el sofá boca arriba y ella comenzó las curas arrodillada en el suelo a mi vera.

El tacto de sus manos en mi vientre me erizaba la piel y estaba segura de que ella podía notarlo, básicamente porque me estaba tocando directamente sobre la piel. Saber que Edurne era consciente del nerviosismo que ella misma provocaba en mí, me tensaba y mucho.

- Relájate, Alma.

- No puedo - confesé al fin.

Rió sin mirarme, pues entendió perfectamente lo que le quise decir.

- ¿No querías que te curara ésto solo para que no te viera con la piel de gallina o qué? - hubo silencio y aparté la vista - A todos nos pasa, Alma... - concluyó.

Durante unos segundos más, estuvimos calladas.

- Esto ya está. ¿Te ha hecho algo más?

- Sí, pero eso no vas a curármelo tú.

- ¿Por qué? - me dijo sorprendida mientras levantaba la ceja.

- Porque va más allá de mis límites. Te prometo que me lo curaré pero tú no vas a seguir - dije haciendo el amago de levantarme.

- ¿Dónde más te ha hecho daño, Alma? - me frenó con su mano en mi pecho.

Y otra vez más me leyó la mente. Ni corta ni perezosa se lanzó a mis pantalones para observarlo.

- ¡No! Para, Edurne, en serio, ¡para!

- Cariño ¿son las piernas o...?

- La entrepierna, Edurne. Y no vas a mirar ahí.

- Pues no pasaría nada... Tenemos lo mismo ahí abajo, no sé si lo sabes.

- Sí, sí pasa.

- Alma si te ha hecho daño ahí deberías ir al médico - eso lo dijo poniendo su mano derecha dulcemente sobre la parte superior de mi pubis.

Yo me removí, pero fue completamente involuntario, simplemente ese contacto sobrepasó el límite de tensión que soportaba mi pequeño cuerpo. Al darse cuenta de ello, Edurne cambió de sitio la mano y lentamente la movió y la reposó un poco más arriba sobre mi bajo vientre.

Me miró directamente a los ojos antes de hablar.

- Te he dicho que no tengo problemas contigo, Alma. Sea lo que sea, está bien. ¿Me entiendes? - me dijo con una voz muy relajada.

Asentí con la cabeza aunque no estaba muy segura de ello. Ella notaba que me ponía nerviosa y obviamente ya había llegado a la conclusión de que me gustaban las chicas, pero ¿sabía también que empezaba a gustarme ella de verdad?

- Solo me ha arañado por encima - le dije - No hay nada ahí abajo... - la miré avergonzada.

- Vale, pues si es solo aquí encima, déjame curártelo.

- No.

- ¿Seguro? Estudié enfermería, no me importa curártelo, Alma. Trabajé cinco años en un hospital... he visto de todo, deberías dejármelo ver.

- No - se lo dije mirándola a los ojos para que viera que me mantenía firme. Si no hubiese sido Edurne le dejaría, pero ¿ella? Ella está empezando a ser algo especial para mí y no voy a comenzar esto así - No seas cabezona, Edurne. No.

Ella se limitó a soltar una carcajada y negar con la cabeza mientras me miraba sonriendo.

- Eres increíble... ¿Y tú me llamas cabezona? Vale, te dejo en paz, pero prométeme que te lo vas a cuidar. Todo - me dijo poniendo énfasis en esta última palabra mientras abría los ojos divertida.

La nube de AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora