T1. Capítulo 11: Últimas horas

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Al volver nos duchamos y nos metimos en la cama. Esta vez me atreví a mirar hacia ella pero me coloqué en el extremo del colchón.
Al meterse en la cama se dio cuenta de mi lejanía y soltó una pequeña risa.

- No muerdo - dijo simpática.

- Ojalá lo hicieras... - no sé porqué dije eso... bueno sí... sí lo sé...

Ella me miró entre sorprendida y enfadada pero me contestó con mi mismo semblante.

- Te daría un infarto. Mejor no morder - y se tumbó dándome la espalda.

Yo me sentí fatal, Edurne debía estar preocupada por la situación, por sus sentimientos, por el que no nos pillaran, por tener a una cría metida en la cama... Y yo metiéndole presión...

- Lo sé... lo siento - dije arrepentida y me acerqué a ella sin llegar a tocarla - sé que no harás nada y tampoco quiero que lo hagas.

Ella giró la cabeza hacia mí pero sin girar el cuerpo y me miró extrañada.

- No quiero que estés mal - le dije sincera - me muero por besarte pero no voy a intentarlo, me muero por que seas la primera, pero no pienso volver a decírtelo, me muero por estar contigo pero no voy a presionarte con más indirectas... Simplemente te quiero cerca sea como sea...

Ella volvió la cabeza y siguió dándome la espalda. Inspiró y suspiró muy despacio.

- Y sí - dije - moriría de un infarto. De hecho ahora mismo estoy a punto de hacerlo.

Entonces se giró y se quedó observándome quieta.
No teníamos la luz encendida pero gracias a los múltiples aparatos que había enchufados y a las pequeñas luces que desprendían, la habitación tenía un tono de luz azulado que nos permitía ver.
Con su mano me acarició la cara, me acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja y dejó su mano en mi cuello para acariciarlo con sus dedos.
Yo tenía la piel completamente de gallina, todo mi cuerpo reaccionó a sus caricias.
Bajó su mano por mi brazo hasta llegar al codo pero la distancia entre nosotras le impedía seguir bajando así que se acercó. Se acercó mucho... Tenía su cara tan cerca que la sentía respirar sobre mi piel y nuestras narices chocaban, pero a diferencia de mí, ella no me estaba mirando, sus ojos apuntaban a su mano que ahora descendía hasta mi muñeca y volvía a subir hasta mi hombro.
Yo estaba tan nerviosa que no podía reaccionar y ella lo sabía.

- Tranquila.

Yo intenté liberar tensión con una respiración profunda pero ésta se vio cortada por el tacto de sus dedos que de nuevo bajaban hasta mi muñeca. Pero al comenzar a subir de nuevo su mano, me miró directamente y yo aparté la vista nerviosa, ella subió su mano desviándola hacia mi espalda por debajo de mi pijama. Yo la miré de golpe pero no reaccionó ni paró, mientras me miraba a los ojos, su mano siguió subiendo hasta llegar a mi nuca de una forma sumamente delicada y de nuevo la bajó hasta mi cintura, ahí perdí su mano hasta que volví a notarla en la parte trasera de mi muslo y lo apretó.
La oí tragar saliva y seguíamos sin pronunciar palabra.
Su mano volvió a mi cadera y me empujó hacia atrás para que yo quedara boca arriba, entonces pasó su pierna sobre mí para posarla entre las mías.

- ¿Estás bien? - me preguntó.

Me limité a asentir con la cabeza, no podía hacer nada más.

Ella me volvió a acariciar por debajo del pijama, esta vez sobre mi vientre y elevó la cabeza para mirarme pero yo no pude devolverle la mirada, la mía estaba perdida en el techo de la habitación, flotando de placer.
Se acercó más a mí y me dio un beso tras la oreja que me estremeció, luego otro sobre el oído que me hizo temblar y ahí se quedó respirándome unos segundos. Podía notar su aliento caliente tan cerca...

La nube de AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora