T1. Capítulo 20: ¡Abajo!

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Nos levantamos en silencio de la cama y yo anduve hasta la puerta de la habitación, realmente no sabía hasta dónde podía llegar con ella ahora, era como volver a empezar desde cero.

No sabía si me besaría otra vez, si dormiría conmigo esa noche, si se iría ahora, si cenaríamos juntas, si podríamos hablar como por fin lo estábamos haciendo, si volvería a sentir sus caricias, sus abrazos...

La esperé apoyada en el marco de la puerta porque no quería que pensara que estaba enfadada con ella, en el fondo entendía perfectamente la situación y su debate interno, ella me sonrió triste mientras se acercaba a mí y, al atravesar la puerta, me agarró la mano y me llevó con ella hacia abajo sin decir nada. Eso me hizo sonreír. Voy a dejar que sea ella quien marque las pausas y las distancias, no quiero cometer un error y perderle.

Cuando llegamos al salón nos sentamos en el sofá y me atrajo a su cuerpo, hasta que me tumbó en sus piernas y comenzó a acariciarme el pelo. La piel se me erizó pero estaba tan relajada... mi cara debió expresarlo porque ella rió.

- Alma - dijo rompiendo el silencio a pocos minutos después - ¿a qué hora llega tu madre mañana, cariño?

- No lo sé, pero me dijo ayer que estaría aquí a la hora de almorzar y que había invitado a mi hermano.

- ¿Quieres que me quede esta noche?

- Si... - lo dije con temor pero no podía contestar otra cosa.

- ¿Y dónde duermo?

Eso me dolió, ¿no quería dormir conmigo? No iba a intentar nada, eso debería saberlo.

- Vale - dijo sonriendo y la miré sorprendida sin entender nada - contigo - dijo calmada y sonriéndome más aún.

Yo asentí con la cabeza tímidamente y me escondí en su vientre. Cómo me gustaba que se metiera en mi cabeza de ese modo.

Cuando dejó de reírse del ataque de 'vergüencitis aguda' que me había entrado, giré sobre mi cuerpo hasta quedar boca arriba mirándole la cara y ella apoyó su mano en mi vientre mientras me miraba. Su otra mano me acariciaba el pelo y yo decidí acariciar los dedos que reposaban sobre mí, pero algo le comenzó a dar calor a nuestras manos y, al mirar, ambas reímos. Ahí estaba mirándonos ese cachorrito tan bello con una expresión que hasta diría que era una sonrisa.

- Hay que ponerle nombre a este bichillo, Edurne - dije acariciándole y haciéndole mimos al perrito.

- En realidad... ya he pensado en uno - dijo sonriéndome.

- ¿Cuál? - dije extrañada. No me había dicho nada.

- Harry.

- ¿Harry? ¿En serio? ¿Y Harry por qué?

- Por Harry Potter - dijo con cierto tono de obviedad.

- ¿En serio? Edurne, tu nivel de frikismo supera límites insospechados, eh...

- Bueno Lily, ya sabes... - me dijo divertida - es lo que Snape hubiese querido - y me guiñó un ojo.

Comenzamos a reír y luego añadió algo más.

- No, en serio... Esa película tiene mucho que ver con ambas así que me parece un buen nombre, además... - hizo una pausa dramática y me miró abriendo mucho los ojos - ¡Es el niño que sobrevivió!

Ese comentario fue el que provocó una carcajada tras otra, no podíamos parar. Qué pava llegaba a ser... Y me encantaba...

Decidimos pedir pizza para cenar, invitó ella por mucho que me negara pero ¿qué iba a hacerle? Amenazó hasta con irse a su casa si pagaba yo algo... ¡Exagerada!

La nube de AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora