Capítulo 1: Valiente.

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Cuando la gente está sola, normalmente llama a algún amigo suyo, yo no.
La mayoría de la gente teme estar sola, yo no.
Algunos prefieren estar solos que mal acompañados, al igual que yo.

Siempre he estado sola, escondiéndome en la oscuridad. Había ocasiones en las que creía que esta se había convertido en mi fiel y confiable amiga. Pero nunca pensé que así sería.

Mi infancia no fue la más feliz, de hecho nunca ha sido feliz. ¿Crees qué exagero? Mi familia me abandonó cuando era bebe, ni se molestaron en dejarme afuera en la entrada de algún orfanato o iglesia. Me sacaron del vientre de mi madre y me abandonaron en el mismo hospital.

Me enviaron a un orfanato, pero las mujeres que nos cuidaban eran muy crueles. Apenas si nos daban de comer, nunca se molestaron en enseñarnos lo básico en letras y matemáticas. Llegó un momento en el que no las aguantaba, así que escapé. Para ese entonces tenía 6 años.

Viví en la calle. Al principio fueron momentos hostiles, pero aprendí a defenderme. Gracias a una familia que pasaba por mi callejón. Me dejaba comida y libros. Aveces en días festivos, me llevaban a su casa a comer. Me bañaban y me regalaban ropa que la niña más chica no quería. Así estuve hasta mis 8 años. Después, la familia se mudó.

Construí mi casa, si es que así se puede llamar, en un callejón, cerca de una estación de gasolina. Era de cartón y viejas lonas que se encuentran en el basurero. De día, me paraba en las calles más transitadas para pedir limosna. Normalmente ganaba lo suficiente para comer, pero solo me alcanzaba para una sola comida al día. No quejo, era mejor eso que nada.

Un día, la nieve caía en gran cantidad. Cubrió todo. Nunca se había visto una tormenta de esta magnitud. Las nubes cubrían el cielo, no se veía el sol. Al momento de anochecer, la temperatura en el ambiente bajó considerablemente. Hacía mucho frío. Lo único que tenía para calentarme eran tres velas.

Debo admitirlo, temía por mi vida. El frío era más que el calor que generaban las velas. Creí morir de hipotermia. Tenía hambre, frío y miedo.

Traté de dormir para que la noche pasara más rápido. Pero mi temor pudo más que el sueño. Comencé a escuchar pasos a mi alrededor y ver sombras de figuras tenebrosas.

Nunca había tenido tanto miedo en las calles. Cuando logré conciliar el sueño, mis mente me jugó sucio. Las pesadillas me atormentaron. No pararon en toda la noche.

Ni la siguiente, muchos menos a la semana. Estaba destruida y las ojeras en mi ojos comenzaron a ser más visibles.

A las semanas, llego una fuerte ventisca invernal. Tan fuerte era que mi "casa" de cartón se la llevo el viento. No quedo restos de ella. Así que deambulé por la ciudad buscando algún lugar para quedarme.

Cayó la noche y desgraciadamente no encontré nada. Aunque... Había una opción, pero creo que ni los vagabundos más osados o locos piensen entrar. Era la casa abandonada de Clockwork. ¿Por qué se le llama así? No sé. La gente la conoce así, ademas, dicen que está embrujada. También he escuchado que las pandillas de jóvenes, hacen sus rituales de iniciación.

-Debo estar loca para hacer esto.-Dije. Así que me dirigí al lugar. Entré con miedo, pero con alivio. La casa era cálida.

Acomodé todo para dormir. Prendí una fogata con piedras y palos secos. Me recosté sobre los colchones para dormir, aun con miedo de las malditas pesadillas. Sé que la gente llega a tener pesadillas, pero esto es demasiado. Llevo 1 semana y media sin poder dormir bien.

Mis pesadillas eran sobre mí en la ciudad sola. Sabía que estaba sola, porque estaba en la 5ta avenida y esa siempre esta transitada, no importa la hora. Pero por alguna extraña razón sentía que alguien me vigilaba. Me sentía perseguida y acechada. Cuando trataba de escapar las luces de los postes públicos se apagaban y risas tenebrosas se oían cerca de mí. Por más rápido que corra, siempre la oscuridad me alcanza y ahí es cuando despierto con el corazón casi fuera de mi pecho. Pero este día no fue así.

Dudaba al querer hacerlo, pero lo hice. Me enfrente a esa cosa que me perseguía en mis sueños.

Esta vez, llegue a un callejón sin salida a propósito. Me volteé para hacerle frente, puse mi mano frente a la vacía oscuridad. Sentí que agarré algo, como una especie de mano o brazo... Y entonces despierto.

Sentí un alivio al despertar y hacerle frente a mi pesadilla, pero ese sentimiento desapareció abruptamente. No estaba sola. Había alguien más en la casa abandonada y le estaba agarrando el brazo con fuerza.

Darkness (Pitch Black x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora