Esa sonrisa torcida me dejo paralizada del miedo. La idea de la muerte pasó por mi cabeza. Creía que este hombre extraño no dudaría en matarme o torturarme, la verdad no lo sabía, estaba asustada.
-¿Tienes miedo?-Él preguntó. Lo miré directamente a los ojos. También eran extraños: eran de color amarillo brillante. La verdad daba miedo su mirada penetrante.
No respondí porque mis cuerdas vocales no emitieron ningún sonido, así que solo asentí. Él siguió sonriendo. Después de unos minutos de silencio, yo hablé. -¿Quien eres... Y a qué viniste?-Pregunté tratando de sonar valiente.
-No tratas de ser valiente... Admite y deja salir el miedo que llevas dentro, niña.-Dijo con voz seria. Para ser honesta, sí quería gritar de miedo pero no quería darle el gusto. Forcejé para escapar, pero esa arena era muy fuerte y sólida.
-¡Déjame ir!-Le dije molesta.-¡Bájame!, ¡Quiero bajar!-Dije mientras forcejeaba. La arena que me sostenía, desapareció y caí al suelo. Me pegué duro en la cabeza. Sobe mi cabeza para que sanará. Hoy no era mi día, tenía frío, estaba asustada y quería llorar.-¡Eres malo!-Mencioné con un nudo en garganta.
-Oye niña, el que te hayas golpeado en la cabeza, no es razón para llorar.-Dijo mientras me hincaba y se me acercaba a mí. Aparté su mano gritando no.
-¡No!, déjame en paz...-Gateé hasta la pared y me recargué juntando mis piernas en mi pecho. Lo miré con una mirada fulminante.-¡Vete!-
Él se levantó y camino al rededor del cuarto. Movía cosas, las tocaba y luego se sentó en mi colchón.-¿En esta pocilga vives?-Él preguntó y yo, lo miré casi matándolo.
-Si viniste a burlarte de mí, entonces...-
-¿Dónde están tus padres?-Él preguntó interrumpiendome. Me quede callada.
-...No están... Y nunca lo estarán...-
-¿Por qué?-Me volví a quedar callada. No entiendo por qué quiere saber estas cosas. Aun que no haya tenido padres, sabía que no era correcto darle tu información a extraños.
-¿Para qué quieres saber?..-
-Curiosidad...-Se me quedo viendo con una sonrisa amable.-Tranquila, no te robaré ni nada de eso.-Sentí un cierto sentimiento de alivio, pero no debía bajar la guardia.-¿Cuál es tu nombre, niña?-
-...Soy (...), ¿y tú?-Al escuchar mi nombre asintió con la cabeza. Luego el suspiró.
-Tengo muchos nombres...-Dijo mientras se levantaba, después se acerco a mí. Se sentó frente a mí cruzando sus piernas.-El coco, The Bogeymam, así me dicen en América. Pero mis amigos me conocen como Pitch Black.
-¿Pitch... Black? Es un nombre extraño....-Tenía curiosidad en él. Nombre extraño, apariencia extraña... Y esa arena negra...-¿De dónde eres?-
-De ninguna y de todas partes...-Este hombre sí que es extraño. Para rematar, empezó a mover su mano y más arena negra apareció a su alrededor. La arena comenzó a tomar forma y se convirtió en pequeños caballos cabalgando.
Lo miré a él y las figuras asombrada.-¿Cómo haces eso? Y... ¿Qué eres?...-
-Todo a su tiempo, (...).-Se levantó dirigiéndose a la puerta.
-¡Espera! ¿A dónde vas?...-
-A casa. Volveré mañana.-De pronto desapareció, se desvaneció haciéndose arena negra.
¿Qué pasa con este hombre?, ¿qué era él? Porque era obvio que humano no era. ¿Será buena idea esperarlo hasta mañana?, ¿Y si me hace algo? Tengo muchas preguntas y ninguna respuesta. Me acosté en el colchón, minutos después me encontraba dormida.
A la mañana siguiente, el frío seguía a todo lo que daba. Abrí mi mochila para ver cuantas latas me quedaban. Solo habían 2. Debo guardarlas para otra ocasión especial. Abrí otra bolsa de la mochila, donde guardaba mis monedas. Apenas si había 10 dls. No me alcanza para mucho. Debo salir a pedir limosna.
Me puse mis ropas para estar caliente y salí, estaba nevando. Caminé 5 cuadras hasta llegar a la avenida principal y empecé a hacer mi trabajo.
Mientras arriesgaba mi vida cruzando la avenida para pasar entre los autos y pedirles dinero para comer, me encontré con "Bubble". Era un hombre anciano asiático que vendía dulces. Cuando la luz del semáforo se puso en rojo, volvimos a la banqueta para saludarnos mejor.
Él se acercó a abrazarme, se veía muy feliz. -¡Mi niña!, me da gusto verte.- Dijo con entrecortada. Quería llorar y yo también. Cuando lo miré por última vez fue cuando tenía 5 años.-Pensé que... Que... No lo lograrías...-Me abrazó con más fuerza.
-Pues... Aquí estoy...-Lo miré con una sonrisa.-¿En dónde te estas quedando?, no te he visto por aquí.-
-Conseguí trabajo, mi niña. Vendo estos dulces para un señor y a cambio me da vivienda y para comer.-Dijo con felicidad. Me sentí orgullosa de él. Siempre buscaba trabajo donde fuera, ademas de que en esos tiempos también me cuidaba. Es un luchador, mi ejemplo a seguir.-¿Y tú, dónde vives, conseguiste trabajo o algo así?-Me dejó de abrazar y sacudió mi cabello.
-No, todavía no. Pero encontre un lugar para quedarme en la casa Clockwork.-
-Vaya vaya, saliste valiente, ¿eh? Me alegro por ti, mi niña. ¿No te da miedo?-
-Al principio sí, pero ya me acostumbrare.-Él asintió. La luz del semáforo volvió a ser verde, dejamos que los autos pasarán y para cuando se detuvieran volviéramos al trabajo.
Cuando acabamos nuestra jornada, el sol ya estaba por meterse. Vale más regresarse ahora, ya que en la noche aveces la situación se pone fea. Logré juntar 20 dls. No es mucho, pero está bien.
-¡(..)!,-Dijo Bubble.-¿Te fue bien?-Puso su mano sobre mi hombro.
-...Algo así.-Le mostré las monedas que junté. Quitó su mano y
-Hmm... ¿Ya comiste?-Negué con la cabeza.-Bien, toma.-Me dio una bolsa de dulces y unas cuantas monedas, las colocó en mi mano.-Cuídate mucho mi niña.-Me abrazó otra vez con fuerza.
-...Gracias Bubble. Tú también.
Nos despedimos y regresé a casa.
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Darkness (Pitch Black x Reader)
Lãng mạn"Cuando la gente está sola, normalmente llama a algún amigo suyo, yo no. La mayoría de la gente teme estar sola, yo no. Algunos prefieren estar solos que mal acompañados, al igual que yo." Estas son las primeras palabras que aparecen en estas pagi...