𝘍𝘰𝘳𝘦𝘷𝘦𝘳 | ʰᵃʳᶜᵒ (en edición)

０４

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«A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto, toda nuestra vida se concentra en un solo instante.»

-Oscar Wilde.

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Una semana había concluido y Draco se encontraba a punto de salir de la enfermería. Casi se atrevía a asegurar que había sido gratificante el tiempo en aquel lugar, pues había hablado con Potter más de lo que alguna vez hubiese pensado en hacerlo con sus antiguos compañeros de travesuras, Crabbe y Goyle. Y, desgraciadamente, había descubierto también que, en verdad, no había razón alguna para odiar al asesino del mestizo cara de serpiente.

Malfoy se había visto influenciado, sí, por supuesto que sí, y había comenzado a creer que aquel torpe chico siempre estaba intentando llamar la atención; que disfrutaba de ver cómo sus "fans" escupían saliva solo por él, pero la verdad es que era todo lo contrario, pues San Potter encontraba ese acto desagradable e incómodo.

Incluso aquel espacio compartido había sido ligeramente liberador, que hasta habían quedado algún día para jugar Quidditch o simplemente caminar por el sendero al Bosque Prohibido. Sí, se habían reído y aburrido incontables veces, habían burlado y molestado al otro, así podía decirse que intentaban ser amigos, ¿verdad?

¿Amigos?

¿Era entonces cuando podían decir que aquello de "del odio al amor sólo hay un paso" era verdad?

Esperen, ¿amor? ¿Odio? ¿Qué?

Malfoy ya no sabía que pensar. Su rencor hacia Potter nacía del simple hecho de pensar que era mejor que él... En todo. En Quidditch, en las clases, con las chicas.

Gracioso. Espontáneo. Con un humor tan simple y sexy a la vez.

¡Agh!

Querían no golpearse cada vez que vieran su cara, y, mierda, incluso se había atrevido a sincerarse con el Gryffindor. Vale, sí; el rubio con aires de superioridad estaba acojonado. Tenía miedo y se lo había dicho a Harry. Temía no ser aceptado por sus amigos. Él le había asegurado más de una vez que eran puras tonterías, que sus amigos tenían un gran corazón y otras cursilerias más, pero eso no evitó que Draco pudiese pensar que lo rechazarían. Le había dicho "sangre sucia" a Granger y también había insultado a Weasley con el asunto de sus fondos económicos. Seguro debían odiarlo -él lo haría- y sin embargo y aunque nunca lo admitiría, quería caerles bien. No es como si temiese quedar sin amigos -en realidad, ya ni siquiera tenía-, pero... Aún tenía a Pansy. Ella era una gran compañera... Una muy buena amiga que lo había apoyado en cada momento, en cada error, pero... Bueno, ya ni siquiera se esforzaba por pensar demasiado en aquello.

-¿Me vas a dejar solo? -preguntó Harry, sacando de su ensoñación a Draco con un sobresalto.

-No me digas que disfrutaste de mi compañía, ¿o sí, Potter? -preguntó burlón Draco con una ceja alzada.

Harry no entendía como estaba su cara articulada para hacer tales movimientos. Él no podía.

-Claro que sí, Malfoy. Incluso me atrevería a decir que sin ti, seguro no habría tenido momentos tan divertidos -le soltó de una sola Harry, sintiendo un leve rubor en sus mejillas. El rubio sintió su corazón acelerarse rápidamente, así como su ceño se fruncía. ¡A la mierda! La mejor escapatoria era fingir. Fingir que nada de eso le afectaba de manera emocional.