ᵉᵖⁱˡᵒᵍᵒ

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4 años después

-Qué día -comentó un cansado Draco al aire luego de terminar de limpiar todo el desorden que había resultado de aquel emotivo y grandioso cumpleaños.

-Ni que lo digas, amor -respondió el pelinegro, terminando de guardar las sillas plegables en el cobertizo y entrando totalmente sucio en la cocina. La mueca de inconformidad en el rostro del Slytherin no se hizo esperar, y sus sentidos se alertaron en cuanto observó el camino que tomaban los pies de su esposo.

-Ni se te ocurra acercarte a mí con ese aspecto, Potter -amenazó luego, al percibir el ademán del Gryffindor con la intención de abrazarlo o darle un beso seguramente.

-Pero...

-Vete a bañar -ordenó el Slytherin sin darle paso a alguna réplica por parte de su esposo-, y cuando termines, baja a ayudarme a cargar a James y a Albus

Y, entonces, la mirada de Harry se dirigió a la sala, en la que dos de sus pequeños angelitos se encontraban durmiendo en los sofás junto a los elfos domésticos, que seguramente se habían quedado dormidos mientras les leían algún cuento mágico.

Sonrió enternecido y se apresuró a su habitación.

Draco terminó de recoger las empanadas de cornualles pegadas en las puertas con la ayuda de Chestnut, su nuevo elfo doméstico, claramente sin poder evitar los interminables suspiros y reclamos al pensar la guerra de comida que había iniciado Blaise Zabini. Ya luego miraría cómo reclamarle su insolencia. Luego de eliminar con su varita algunos desperdicios más que su vago cuerpo no quiso levantar, sirvió un vaso de fusión de guardirraíz mientras aguardaba a su pareja en la sala, acariciando los cabellos de Albus y James en el proceso.

-No puedo creer que estés bebiendo eso -oyó una voz proveniente de las escalinatas luego de media hora. ¿En qué momento habían pasado treinta minutos? Bueno, eso es algo que Malfoy no sabría cómo responder.

-Me gusta.

-Sabe horrible -volvió a repetir la voz, ahora sonando más cercana.

El rubio dirigió su mirada a las escaleras y se encontró con un provocativo Harry bajando con tan sólo un pantalón por vestimenta, así como algunas gotas cayendo por su cuello y abdomen hasta lograr perderse más abajo. El Slytherin no pudo evitar morder su labio inferior y sentir sus estorbosos bóxers más apretados de lo normal.

-Vamos. Ayúdame a llevarlos hasta su habitación -luego, ambos tomaron un pequeño y se encaminaron a pasos lentos por la escalera para evitar despertarlos, porque, si había algo que temer de esos dos, era su ánimo -de mierda, habría dicho el rubio en el pasado- a la hora de despertar.
Ambos los recostaron en sus camas con la paciencia y delicadeza más grande que sus cansados cuerpos les permitieron. Cada uno se dirigió hasta las cuatro camas entonces, y posó sus labios sobre las frentes de los cuatro pequeños que allí descansaban. El pequeño bulto entre las piernas del Slytherin comenzaba a molestar más de lo necesario, y el hecho de tener a su muy guapo esposo casi desnudo en frente no mejoraba la situación.

-Vamos, cariño -comentó Harry saliendo de la habitación.

El hurón trató de controlar su respiración pausada mientras observaba a sus cuatro angelitos durmiendo plácidamente. Incluso logró arrepentirse de su caliente situación mirando a sus hijos dormir. ¿Qué clase de padre era? Resignándose a eliminar su problema en su cuarto de baño, salió del cuarto, sin sopesar que sería acorralado contra la pared por el Gryffindor.

-H-Harry -tartamudeó sorprendido y jadeante por la intromisión a su espacio personal, a la par que sentía como las manos de su esposo se deslizaban por sus costados y se posaban en su cintura, alzándolo y provocando que enredase sus piernas al rededor de las caderas del contrario como un acto de reflejo -o uno que sabía cómo hacer de tanto que lo había practicado-.

𝘍𝘰𝘳𝘦𝘷𝘦𝘳 | ʰᵃʳᶜᵒ (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora