CAPITULO II... MI NUEVO HOGAR

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                                                                                                         11 DE MAYO 1456

—majestad por favor... no soporto más... es peligroso, si el rey se entera me matara.

—no Felipe, no te pasara nada, sobre mi cadáver Ricardo te toca... déjame disfrutar solo un poco, sabes que me encanta estar arriba... mm, nunca había sostenido una tan grande en mis manos.

—si majestad pero... por favor, me tortura.

—esta... está muy grande Felipe... no me cabra en la boca, así que mientras más me apures, más tardare, espere un largo mes en Francia para poder estar aquí.

—solo abra y relaje más la boca, no se preocupe por lo que escurra.

—ya no seas miedoso ni pareces soldado, pásame un pañuelo esta goteando y manchare mi ropa si sale disparado liquido mientras me la meto a la boca y no quiero ensuciar mis manos y después el olor no es muy agradable.

—aquí tiene majestad, chupe con cuidado... le está llevando más tiempo que de costumbre.

—será porque no te callas y no me puedo concentrar... jajaja deja de sudar... nadie se dará cuenta es nuestro secreto lo recuerdas... vaya, esta mm... en la vida había probado una tan deliciosa.

—lo sé majestad, eso dicen.

—es suave y jugosa, no quiero que termine, espera un poco más, quiero saborearla lo más lento que pueda.

—lo que usted ordene... usted disfrute mientras yo estoy alerta.

—así me gusta, ¿vez que te cuesta cooperar? sabes que no durara mucho así que ten paciencia.

—si gusta yo me puedo poner arriba y se la pongo en la mano, claro si me da su autorización.

—jajaja Felipe en verdad eres un cobarde.

—no majestad, pero es su integridad... es su vida la que debo poner antes de cualquier premio o recompensa, y si el rey se entera en donde está me mata.

—y eso sin contar cuando estoy a cuatro en el huerto de moras, mm eso sí que es un verdadero placer.

—majestad por favor.

—mm en verdad deliciosa, bien muy bien Felipe, te felicito ahora si ayúdame a bajar... ¡no cierres los ojos, me encanta tu cara de sufrimiento jajaja te vez tan gracioso!

—majestad por favor ya no se exponga al peligro, se puede caer y torcer un brazo.

— ¡hay por dios, ya deja de quejarte! ¿Cuántos años tienes 50?... ya vamos que se hace tarde y no queremos que Ricardo sospeche, luego volvemos, esta fruta será solo para mí, ¿no se puede llevar el árbol al castillo y ponerlo en mi jardín?

—no lo creo majestad se secaría, además el secreto de su fruto tan jugoso tal vez sea el lugar donde creció.

—tienes razón, pero por lo menos vendremos dos veces por semana, hasta que se acabe la fruta.

—pero ahora yo me subiré majestad, no quiero que corra ningún riesgo.

—está bien, dios Felipe en verdad que te desconozco siempre que venimos es la misma contigo, nada me va a pasar por subir a ese árbol, tengo meses haciéndolo.

—lo sé majestad pero su vestimenta no es la más adecuada para subir, se puede atorar en un tronco y caer o rasgar su ropa, entonces si como le explico al rey que usted se sube a ese árbol, lo mandara cortar y mi cabeza rodara por la plaza principal.

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora