CAPITULO VII... SEIS DIAS

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DIARIO DE LUCAS:                                                                                                            9 DE JUNIO

Me acerque con un propósito en mente, ya no podía retrasarlo, deseaba besarla, sentirla por fin entre mis brazos. Sé que me arriesgo de una manera estúpida, inconsciente, pero ya no soporto más. Solo uno, un beso me bastara y se quitara de la mente esta maldita obsesión que está ocasionando en mi cabeza esta mujer. Apoyado sobre una pierna me postre frente a ella, tome su cara con cuidado y poco a poco me fui acercando me tenia hipnotizado.

Note el mismo temor y duda en sus ojos. Compartimos el mismo respirar ansioso y agitado. De su boca subía la mirada a sus ojos en buscar de... ¿Qué? ¿Aprobación o rechazo? Cuando la cordura volvía a mí, me sorprendo atrayéndome a ella sujetándome de la parte superior de mi jubón. Entreabrió sus labios y sentí su cálido aliento.

La atraje a mi boca pero nunca cerre los ojos quería contemplarla, verla, sentir que en verdad estaba sucediendo, que por fin probaría de sus besos. Me deleite con la imagen de ella con los ojos cerrados, admire sus largas y pobladas pestañas. Comencé a besarla primero despacio probando su delicioso sabor, disfrutando de este momento maravilloso con el que tenia noches soñando.

Cuando sentí como cedía su boca, hice más profundo el beso, introduje mi lengua y al momento me recibió la suya, lance un gemido de placer, deje que su dulce lengua resbalase rítmicamente con la mía. Dios, era tan suave y exquisita.

deliciosa... tan hermosa. —sabía que no entendería por eso lo dije en español.

Nos besamos durante un rato, los minutos pasaron y el deseo fue creciendo, antes de que pudiera darme cuenta estaba cayendo con ella sobre mí. Me di cuenta de lo bien que se sentía el besarnos, era mejor de lo que hubiera imaginado. Giramos sin siquiera interrumpir nuestro beso, acaricie lo poco que su ropa me permitía. Intente mantener el control pero no podía, Diana no dejaba de acariciar mi espalda y jalaba ansiosa mi cabello.

Me atrajo más a ella, sentía sus pechos aplastados sobre mi torso, le separe las piernas con mi rodilla y me esforcé por no ir más arriba... no me resultaría difícil subir una mano e introducirla entre su ropa hasta llegar a su sexo y comprobar si ella estaba tan excitada como yo y, no lo dudaba, nuestras respiraciones eran más fuertes, habíamos pasado los suspiros y ahora acallábamos los gemíamos uno en la boca de otro.

Arriesgando demasiado me las ingenie para subir su falda y cuando mis caderas se acoplaron con las de ella y roce nuestras partes íntimas un gemido de placer salió de la boca de ambos. Dios, era la gloria, aun no la poseía y ya estaba gimiendo entre sus piernas. Mis caderas habían tomado vida propia y se impulsaban hacia enfrente rozando constantemente su sexo. Me volvía loco el sentir como me tocaba por todas partes, no podía estar quieta.

Cuando subí mi mano para tocar uno de sus pechos ella me la sujeto fuertemente y la aparto, supe que era el momento de parar, había llegado demasiado lejos lo sabía... como pude confundir las señales. Era mi fin, como pude atreverme a tanto.

Tratando de recuperar el aliento cerré los ojos y apoye mi frente en la de ella. Suspire frustrado y bastante molesto conmigo. Bien, jodi todo. Mi vida hasta aquí llego. Cuando los abrí, pude ver sus hermosos ojos, que ahora eran de un azul obscuro como el fondo del mar, podías perderte en esa mirada y morir ahogado de éxtasis, de placer... de amor. Salí de mi embrujo y note que me miraba fijamente llena de... ¿lujuria? no la note seria o molesta. Para mi sorpresa me sonreía... y ahí en ese preciso momento supe que acababa de cavar mi propia tumba.

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora