CAPITULO XXI... UN POCO DE FELICIDAD

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DIARIO DE DIANA:                                               16 DE NOVIEMBRE

-Diana por favor, cuídate no me voy tranquila.

-no te inquietes Ophelia seré prudente. Pero tú eres testigo del gran amor que le tengo, jamás pensé que pudiera enamorarme así de alguien. Lo amo tanto ¿y te confieso algo? si muero, me iré muy feliz sabiendo que amé y fui completamente correspondida.

-lo sé Diana. Se les ve el amor, él está igual o más enamorado. Solo ve la cara de idiota con la que te mira.

-jajaja Ophelia, en verdad te extrañare. Este tiempo se fue tan rápido, buen viaje y que los dioses los acompañen. -Vi con tristeza como todos se empezaban a retirar, cada quien en sus carruajes, un largo viaje les esperaba.

-Lucy niña deja de llorar, ¿tú crees que yo quiero que te vayas? ¡Claro que no! si yo te quiero mucho, pero tu así lo decidiste. -la abracé con todo mi amor, perdía también una amiga, una hermana... mi Lucy.

-es lo mejor señora, se me cae la cara de vergüenza con usted y el señor Lucas.

-está bien niña... toma, es tuyo. -le entregué un bolso con monedas. -acéptalos por favor. -le indique cuando intentó rechazarlo. -no es nada comparado a lo que tú has hecho por mí todos estos años a mis servicios. -la abracé y besé de nuevo. -trataré de que llegue una cantidad similar cada mes... muchas gracias mi niña.

-a usted majestad. Y no tiene nada que agradecer, con gran placer trabajé a su lado... Larga vida mi señora. -tomó mi mano y la besó.

-Ophelia cuídala. Que sea feliz y consíguele un buen marido.

-claro Diana. No tienes de que preocuparte.

-posha llego el momento de despedirnos. Y te diré que no me voy tranquilo... ninguno de nosotros lo hace. Diana sabes del poder de tu marido. -sentí algo extraño en su abrazo, era como si se despidiera... para siempre.

- ¿volverás, verdad? -dije aferrada a su pecho.

-claro hermosa, siempre que me lo pidas aquí me tendrás. Por favor se prudente, no hagas mas locuras, estas rodeada de sus guardias, ¡por Zeus cuídate!

-lo haré Patricio, no te preocupes. Pronto me marcharé yo también. Vayan con dios y tomen precauciones el clima a empeorado y creo que se avecina una tormenta.

Mary, Clara, Ana y Julia lloraban abrazando a Lucy, les dolía su partida tanto como a mí. Vi con lágrimas en mis ojos como todos se marcharon. Al girarme el silencio y soledad que reinó me sacudió, un escalofrió recorrió mi cuerpo. Levanté mi rostro y vi a Lucas que se asomaba por la ventana de su habitación.

Decidida entré para deshacerme de los guardias de Ricardo. Necesitaba unos días más a solas con mi amor antes de volver a Londres. Disfrutaría de nuestro amor al máximo. Así que tomé aire y me dirigí a mi despacho. Oscar no era nada fácil de convencer cuando se trataba de una orden de mi marido la cumplía al pie de la letra... ¡hay diosito ayúdame!

- ¡Ana, que vengan Felipe y Oscar con urgencia! -Un estruendo resonó en el cielo, se avecinaba una fuerte tormenta, y eso me daría por lo menos unas semanas más aquí, ya que los caminos quedarían destrozados a causa de las fuertes lluvias y nieve. Sonriendo me acerqué a la ventana. Un mozo entró y arrojó más leña a la chimenea.

-la noche será muy fría majestad, le recomiendo que se retire a sus aposentos antes de que oscurezca, ya sabe usted lo crudo que es el invierno por estos lugares.

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora