CAPITULO IV... SUERTE DE NIÑA

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Ya en mi habitación, Ana que era la única que no permitía se quedara en las fiestas, pues era demasiado inocente para esas cosas, acomodaba mi cama, y mientras me desvestía me platicaba de un joven que la invito a bailar, sus mejillas se sonrojaron, la vi con ternura pues me recordó cuando yo tenía esa edad, cuando todavía imaginaba que me casaría con el joven de mis sueños.

Qué lejos estaba de imaginar el gran cambio que daría mi corta vida, pues aunque sabia me casaría joven, siempre pensé que cuando conociera a mi futuro esposo, por lo menos me sentiría atraída por él, pensando que el amor vendría con el tiempo.

A los 14 años, mi padre ya me había informado que me casaría con alguien poderoso e importante, que de algo tenía que valer ser tan hermosa, y ya había varios candidatos esperando por mí, sabía que tenía que sacrificarme por mi padre y asegurar la tranquilidad de mi madre, cuando recibieran la gran fortuna que pagarían por mí, pero creí que todo cambiaria cuando supieran que estaba enamorada.

Mi hermano mayor Dorian ya había pasado por eso, y no le fue mal, lo casaron con una joven y hermosa heredera al trono de Hungría. Rápido se dio la atracción entre ellos, pronto serán reyes y esperan a su segundo hijo.

Por eso imagine que mi padre me elegiría un esposo joven y apuesto. Que decepción me lleve cuando supe de quien se trataba, un hombre de 56 años. Era bien parecido no lo podía negar, pero me triplicaba la edad y eso me daba asco. ¡Por dios soy su quinta esposa!

Mi hermana menor Elenna de solo 16 años ya estaba comprometida con un rey de la India y tendría como yo, una vida llena de riqueza, pero con el corazón roto, vacío. Al menos su futuro esposo no era tan viejo. Todavía era joven, fuerte y nunca se había casado, tal vez ella si fuera feliz.

—todo listo majestad ya puede acostarse, espero que por lo menos Mary se desocupe pronto, va a ser un día bastante difícil, habrá muchos torneos, que descanse.

—gracias Ana, me alegra que conocieras a alguien, mañana me dices quien es para darte mi aprobación, espero que sea un joven digno de ti, a tu edad todo te deslumbra, no me gustaría que se burlaran de ti.

—Gracias majestad. —sonrió tiernamente. —no se equivoco mi abuela, cuando aceptó que fuera su dama de compañía, siempre le estaré agradecida.

—mientras estés bajo mi protección me encargare de tu felicidad,  Margaret fue leal a mi cuando llegue a este lugar, me cuido y aconsejo, como debió de haberlo hecho mi propia madre... Pero bueno mañana continuamos, estoy realmente exhausta.

Me quede sola en mi enorme cama, la verdad no tenia sueño, me encontraba demasiado triste, así que como siempre me quede un rato escribiendo en las páginas de mi amado diario, de mi gran confidente.

Recuerdo que antes de saber que me casarían con Ricardo, se acerco una mujer y me dijo que mi belleza me traería una vida llena de lágrimas y tristeza, no la escuché, en ese entonces era muy inocente, y no entendí el significado de sus palabras. Era una niña muy feliz, pertenecía a una poderosa familia, era buena hija y tenía a mi novio con el que me quería casar. Pero al paso del tiempo comprendí las palabras de esa mujer, no se había equivocado... soy verdaderamente desdichada.

Que injusto fue nuestro padre al no permitirnos decidir nuestro futuro, prácticamente nos había vendido y se encargó de separarnos, mi madre decía que era una maldición ser tan hermoso, que tarde lo comprendí.

Claro que fui la envidia de mis amigas, algunas habían corrido con mi misma suerte, pero la diferencia, era que a ellas no les importaba si se casaban con un viejo. No, si con ello aseguraban una vida llena de joyas y lujosos palacios, decían que ya quisieran estar en mi lugar. El cual, con gusto hubiera cedido.

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora