CAPITULO III... BAILE DE MASCARAS

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                                                                                                                 26 DE MAYO

—Majestad la busca el rey, esta gritando por todo el castillo.

—gracias Julia, enseguida voy, que espere un poco más. —nos reímos las dos.

Ricardo, ¿por amor de dios que pasa, que es ese escándalo? —dije entrando a su despacho.

—¡¡Diana, me quieres explicar por qué demonios cambiaste el menú, ¿sabes lo que me costara un cambio de último momento? o piensas que los malditos animales que ya mataron revivirán por obra de los santos que hay en el condenado cielo!!

— ¡Ricardo de Inglaterra! no blasfemes y si, se cuanto costara por eso lo pagare yo, para que tu riqueza no se vea afectada por unos cuantos animales. —Le explique lo más tranquila que pude. —además no lo desperdiciare, ya están salando y ahumando la carne.

—no Diana amor, no quiero que gastes tu dinero.

—es que no hay necesidad de gritar, crees que para mí es fácil andar de un lado para otro verificando que todo esté listo para mañana. —maldito tacaño. —además no todo se desperdiciara, habrá variedad de platillos, ordene un buffet... y lo que sobre lo mandaremos al orfanato y a los prisioneros. —cerré los ojos esperando mas gritos.

—¡¡QUE!!—Grito y después de unos segundos escuche un suspiro. —ven niña, no temas de mí, sabes que jamás podría molestarme contigo, lo que pasa es que me gustaría que me informaras de este tipo de cambios.

—lo sé, lo siento majestad. Sé que debí informarte Ricardo, pero te busque desde la mañana, tengo días haciéndolo y no te encontraron por ningún lugar.

—he...si, estaba muy ocupado atendiendo a los invitados, el castillo ya está lleno.

—bueno todo resuelto, adiós majestad. —me despedí y salí corriendo, antes que se entere que también cambie la distribución de los invitados y ordene el vino más caro de Francia. Vi con horror que se aproximaban discutiendo el cocinero y el pastelero. Upss

—majestad com... —lo interrumpí con la mano.

he... dile a Ricardo, tengo algo urgente en el salón principal. — ¡hay diosito!

—¡¡DIANAAAA!!


                                                                                                                                            27 de Mayo

Estaba como siempre en el balcón de mi habitación soñando despierta, viendo la luna, esta noche se veía mágica, grande, llena en su totalidad, una luna para los enamorados, suspire con nostalgia y una lagrima cruzó mi mejilla.

Lo que daría por ser libre, no me hubiera importado el ser pobre, pero sería la mujer más feliz del mundo. Ya habían pasado tres largos años desde que llegue a Inglaterra y todavía sentía nostalgia por mi vida pasada, aun no podía concebir la idea de que mi padre me había casado con Ricardo.

A lo lejos ya se escuchaba la música, y podía ver el camino que daba desde la muralla a la entrada del castillo, estaba iluminada con varias antorchas y a los lados se colocaron arreglos con hermosas flores, se veían llegar majestuosos carruajes, varios invitados entraban y salían por la puerta principal, algunos bufones, acróbatas entretenían a los que se encontraban fuera del castillo.

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora