CAPITULO VIII... UNA NOCHE MAGICA

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                                                                                                                                                           16 DE JUNIO

Tal como Ricardo dijo partieron el domingo al amanecer, escoltados por un gran número de guardias y sirvientes.

—saludas a mi madre William dile cuanto la extraño y amo a pesar de todo. —el solo me miro he inclino la cabeza. Por extraño que parezca él era el único pariente que me visitaba, era el único que yo podía recibir sin que me mente se llenara de amargos recuerdos.

—lo haré majestad. —sabia a que me refería.

—Diana por favor ten mucho cuidado, no dudes ni un momento, si algo pasa, da la orden de matar y luego huye, es primero tu vida, comprendes.

—no te preocupes Ricardo, y que dios te cuide, te tendré en mis oraciones y pensamientos.

—yo también pequeña lo juro.

Subieron a sus caballos y partieron, me quede en la puerta del castillo viendo como se perdían en el horizonte, me sentí nostálgica de imaginar que William volvía a casa y vería a mis padres, a mi familia, una lagrima rodó por mi mejilla, cuando los perdí de vista di vuelta y subí a mi habitación y me volví a quedar dormida.

majestad buenos días, no este triste vera como pronto pasa el tiempo, hay mucho que hacer, hoy es un día precioso para salir al jardín... puede pasear por el lago o pintar, de hecho el marqués de Santa María salió y dispuso una clase al aire libre. —en cuanto escuche su nombre salí de la cama.

—Lucy, vas y le dices al marqués que hoy no tomare la clase y llama a Mary que venga en este momento ¡¡rápido, muévete niña!!

Me di un largo y relajante baño y cuando volví a mi habitación ya estaban todas las niñas esperándome para ayudarme a vestirme y Julia encargándose como siempre de mi peinado. 

—se pueden retirar, Mary tú te quedas, si quieren ir a sus hogares tienen mi autorización... ¿o que les parece si vuelven hasta mañana, pero ya tarde? —me miraron confundidas y me dieron las gracias cuando se retiraron. —Mary sabes que cuentas con mi confianza y espero contar con tu discreción

claro majestad.

lo que te voy a encargar es muy delicado... quiero que le indiques al marqués de Santa María como usar el pasadizo secreto del salón de arte a mi habitación, ¿sabes lo que eso significa verdad? No quiero ningún comentario o indiscreción.

—claro majestad.

—trae lo necesario para protegerme y me indicas como se prepara, después te puedes retirar tu también, nadie debe de enterarse comprendes.

—si majestad, no se preocupe sabe que hasta la muerte le seré fiel.

—bien, sabes que te recompensare de la forma que tú quieras, así que ve pensando lo que pedirás porque esta concedido.

Le dije con una sonrisa, se fue cuando termino de acomodar lo necesario para mi protección, me quede sola en mi cama, pero no pude relajarme. Como puedo explicar lo que sentía, era ansiedad, nervios, felicidad, deseo, lujuria o dolor. Si, era eso, dolor, lo deseaba tanto que dolía.

Ya había tenido dos amantes tres si contaba a Ricardo pero él es un bruto en la cama y además es mi esposo, con ninguno me había sentido así, nerviosa de pensar lo que pasaría esta noche y solo nos habíamos besado que pasaría cuando por fin estuviera en mi cama, ¡hay diosito que nervios!

EL DIARIO DE DIANA: el precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora