IV

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— No puedo creerlo —gritó la morocha al entrar a su casa—, se acordaron.

Apenas entró a su casa, Amanda tuvo la gran noticia de saber que ninguno de sus amigos se había olvidado de su cumpleaños numero dieciocho. Allí se encontraba su padre, su hermano con algunos amigos ya que también era su fiesta de cumpleaños y Dominik. Junto a Clara, una de las chicas del taller de Arte.

Habían adornado la sala con globos, en donde resaltan con mayor intensidad el color favorito de los jóvenes y encima de la mesa había muchas bebidas para los invitados. También un gran cartel colgaba en la entrada, este decía: "¡Feliz cumpleaños! Amanda y Logan"

—¿Creíste que nos olvidamos de ti? —rió su padre, desordenando su cabello—, te queremos mucho para hacerte eso, Amanda. Tu hermano creyó lo mismo.

Su padre, no parecía para tener unos hijos tan grandes, se mostraba bastante joven y solo tenia algunas arrugas. Él amaba a sus hijos y haberlos criado solo no le pareció nada difícil, exceptuando el primer año de la adolescencia de Amanda. Tenia un nuevo corte de cabello que según Amanda lo hacia ver mas guapo.

—¡Feliz cumpleaños para nosotros! —gritó su hermano con una copa en las manos—, viva mi hermoso rostro también.

La tarde se pasó en risas y charlas entre los jóvenes. Dominik quien abrazó a la muchacha en cuanto la vio, se disculpó por parecer tan frío con ella ese día pero aclaró que lo hacia para que no sospeche nada antes de la fiesta. También le comentó lo mucho que le costó conseguir un gran cartel de cumpleaños y admitió haberlo comprado con su dinero por ellos.

Clara era muy divertida, tenia el cabello negro y traía puesto un vestido largo bastante hippie. Amanda la consideró una buena amiga desde que la conoció, siempre estaba alegre y pensaba en positivo. La animaba de hacer lo imposible.

—Agradezco a todos que hayan venido a este intento de fiesta —rió el padre de Amanda—, mi hija también lo agradece.

Los invitados estuvieron varias horas en la casa, Amanda observó a una chica hablando con su hermano, a ella le parecía muy bonita. Era pelirroja, alta y femenina. Su hermano sonreía por todo lo que la chica decía y la morena pensó que le gustaba. Era cierto, le gustaba pero ella, aun no lo sabía.

Al terminar la fiesta, Dominik ofreció a quedarse para poder ayudar con la limpieza. Pero Amanda lo rechazó sutilmente y con las intenciones de hacerlo por sí misma. En cambio, a Clara le dijo la verdad, ella aceptó encantada. Necesitaba estar sola un rato y con su presencia no lo lograría.

Por otro lado, en la casa de los Smith. William tenía problemas para conciliar el sueño. Su madre entró a la habitación, con un vaso de agua pensando en sus propios problemas. Los cuales olvidó cuando observó a William temblando débilmente en su cama. El chico había comenzado a imaginar que alguien se había sentado en el borde de su cama, por lo tanto, prefirió llamar a su madre lo antes posible.

— ¿Estás bien? —preguntó su madre sentándose a su lado— Te traje un vaso con agua, puede que se calme un poco.

—Gracias por venir mamá —susurró William observando la pared. Su vista estaba algo borrosa—, lo necesitaba.

Antes de tomar el agua, su madre le ofreció unas pastillas para dormir, las cuales aceptó con entusiasmo. Se las metió a la boca, pensando que ellas espantarían a cualquier monstruo que quisiese entrar a la habitación y lo haría dormir rápidamente.

Su madre se retiró del cuarto cuando su hijo pudo dormir, ella tenía más ojeras de lo habitual y el cabello desordenado por tener que despertarse a las cuatro de la mañana. Su hija abrió la puerta de su cuarto adormilada, se frotó los ojos y preguntó:

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora