XVI

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—Muchas gracias por el helado, en serio —habló Barbara llamando la atención del chico, para luego recostarse en su asiento, todavía avergonzada por lo sucedido hace unos minutos.

Luego del incidente con el muchacho, Dominik se ofreció a comprarle lo que quiera, a cambio de volver a verla sonreír. Ella todavía soltando lágrimas por lo ocurrido aceptó de inmediato y recordando la heladería que se encontraba a una calle del centro comercial, le rogó ir allí. La cual visitaba con su padre cuando estaba triste.

Dominik todavía no lograba un pensamiento estable, no creía que Barbara no lo estuviera matando con la mirada ni que se le haya ocurrido una frase ingeniosa para hacerla sentirse fatal. Además, no lograba encontrar la burla ideal, ya que se encontraba más preocupado por ella.

—¿Estás bien? —preguntó mirándola fijamente, ella no contestó— ¿Barbara?

—Por tercera vez, me encuentro de maravilla—aclaró regalándole una tímida sonrisa, volvió a tener entre sus manos la cuchara para comer un poco de helado de frutilla—. Deja de preocuparte por mí, ni siquiera tenías la obligación de traerme aquí.

Continuó comiendo con la mirada de Dominik fija en ella, fruncía el ceño suavemente y se cruzó de brazos algo molesto. Él no podía entender porque todavía le molestaba que esté preocupado por ella o porque estaba preocupado por la chica que arruinó su salida con amigos. Sus pensamientos se cruzaron, confundiéndolo un poco. ¡No existía ni una pizca de simpatía entre ellos antes de lo sucedido!

Pero ahora se encontraban en una heladería, mientras él solo observaba a Barbara comer (decidió no pedir nada) y ella agradecía por su ayuda.

—¿Puedes dejar de mirarme por un segundo? —protestó la rubia, volviendo al comportamiento habitual que tanto lo molestaba— ¿Tengo algo en el rostro? ¿O solo buscas algún defecto para burlarte de mí?

—¿Por qué no quieres que me preocupe por ti? —ignoró Dominik su comentario— Eres una chica y por más que me trates como basura o seas demasiado irritante, te ayudaría de todos modos.

—Y te agradezco por eso, pero no tiene sentido que te preocupes tanto. ¿No me ves? Estoy bien, completamente sana —respondió señalándose—, ese tipo solo me dio un buen susto.

—Entonces por lo menos, deja de actuar como una niña y trata de que nos llevemos bien, no querrás comenzar tu día insultando a la persona que te salvó e hizo demasiado. Sin importarle por un momento, que fue el responsable de las mejores burlas hacía ti en todos estos gloriosos años.

—¿Por qué siempre debes estar enojado conmigo por algo que he dicho? Lo siento. Nunca entendí porque eres tan molesto conmigo pero siempre te comportas como un idiota. ¡Madura, por Dios!

—¡No soy molesto! —bufó Dominik entrecerrando los ojos— Tú lo eres, además solo te traje aquí porque me provocaste lastima, siempre fingiendo ser fuerte cuando no lo eres. Y parecía que la chica popular había sido abandonada en un centro comercial. ¿Te plantó alguno de tus chicos o tus amigas 'las zorras' no quisieron esperarte?

—Demonios, todo iba tan bien hasta que abriste tu insoportable boca para decir tonterías —comentó enojada—. ¿Sabes algo? Comienzo a pensar que solo me trajiste aquí para burlarte de mi otra vez, me iré antes de que sigas atacándome.

Se levantó de su asiento dispuesta a irse, pero la mano de Dominik agarró su muñeca probando que ella suelte un leve chillido. El muchacho se acercó a su rostro dispuesto a tener la última palabra:

—Cuando dejes de comportarte como una niña podrás llamarme o mandarme un mensaje de celebración, pero por ahora solo te diré una cosa...—amenazó a centímetros de su rostro— yo solo hice esto porque nunca dejaría a una chica sola en manos de un idiota pervertido, pero comienzo a pensar que hubieras sido la excepción.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora