XVII

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—La conocerán muy pronto, lo prometo —dijo Connor, su padre—. Mientras tanto los quiero lejos de mis cosas. ¿Prometen no entrometerse hasta entonces?

Los hermanos se miraron apenados, deseaban con todas sus fuerzas hurgar entre las cosas de su padre, pero debían hacer lo que le decía. Pero pensarían alguna forma de encontrar la verdad, descubrirían quien es esa mujer.

—¡Lo prometo! —gritó Amanda levantándose de su asiento— Pero debes ser mas cuidadoso porque ¿sabes una cosa? Tenemos ojos en la espalda y podríamos averiguar que está sucediendo en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Quién es su padre? —preguntó él señalándose, y luego sonrió abiertamente— Aprendieron del maestro, lo cual significa que soy más profesional en el tema que ustedes.

Touché —dijo Logan—, pero aun así lo lograremos y luego nos burlaremos en tu cara.

Amanda amaba que su padre siga con su vida y consiga una mujer con quien compartirla. Muchas veces se preguntó qué sería de él si su esposa no fallecía, pero no encontró la forma de imaginarlo y agradeció que no haya sufrido demasiado. Luego de diez años, conocía a alguien en quien confiar y ella no tenías problemas con eso.

—¿Pistas encontradas hasta ahora Logan? —preguntó Amanda.

—Tienes tacones nuevos, es simpática y presiento que tiene cabello rubio —contestó susurrando en su oído pero volvió su cabeza hacia Connor intentando que escuche—. No lo sé, un día lo vi observando una revista y una modelo con ese color de cabello le hizo recordar a alguien.

—Seguiremos investigando —habló la morena, y acercándose a su padre lo tomó por los hombros—, porque somos tus hijos y nunca nos damos por vencido.

Logan asintió con la cabeza, dándole la razón a su hermana, últimamente sus pensamientos vagaban por otros rubros y esos saltaron con la frase de Amanda. Quería presentarle a la familia, a su actual novio Sean. Pero tenía miedo de ser rechazado, él nunca había estado en contra de la homosexualidad y aún así sentía temor por la reacción de su padre.

¿Qué tan difícil podía ser? Pensaba todo el tiempo. No planeaba vivir toda su vida a costa de su padre, escondiéndole la verdad y fingiendo ser algo que no es. Solo desea poder decirlo de la manera mas simple posible, sin miedos.

...

Al día siguiente, William se encontraba en su cuarto mientras escuchaba a su madre molesta, levantándose de una resaca (de la cual, se arrepintió al despertarse). Tenía lagrimas en cayendo por sus mejillas, respiraba entrecortadamente deseando que todo acabe de una vez. No tenía motivos para pensarlo, su vida mejoraba cada día y muchas veces deseó que fuera de ese modo.

Pero sus palabras le habían dolido, de forma extraña había conseguido que odie dañar a su madre. Creía tener la culpa de hacerla sentir de ese modo, se aseguraba a sí mismo desear lo contrarío, pero no lo conseguía y sólo quería arreglar las cosas. Creyendo que siempre terminaba empeorando la situación aun más.

Mientras se repetía muchas veces: tú tienes la culpa de ser así, nadie más.

Después de unos minutos abrazando su almohada, William observó sus binoculares por tercera vez, admitiendo que quizás, no los vuelva a necesitar y se sintió orgulloso de eso. Por primera vez sintió un alivio que duró lo necesario para cumplirlo en su record personal; o tal vez algo parecido. Miró hacia el espejo que se encontraba en su habitación y encontró las raíces de su cabello negras (u oscuras).

Pensó en llamar a Andrea, para que descolore su cabello una vez más, hasta se imaginó a sí mismo teniéndolo de un color castaño. ¿Podría quedar bien en él? ¿Lo haría ver más adulto? Concluyó en que quizás, algún día sorprendería a Amanda con un nuevo color. Pero reaccionó soltando un suspiro, creando ideas tontas en su cabeza.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora