VIII

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—Buenos días, chicos. ¿Qué desean ordenar? —preguntó Andrea mirando a Amanda, creó en su mente un gran chiste para William con respecto a las iniciales de sus nombres.

El muchacho la miró rápidamente para luego dirigir su vista al suelo, aun no lograba sentirse cómodo cuando ella estaba cerca y eso era un problema si pensaba conquistarla (o hablarle).

—Agua sin gas, estoy a dieta y para el chico lo mismo —contestó Barbara mirando de arriba abajo a Andrea. Dane bufó molesto pensando cuanto odiaba no poder comer dulces cuando estaba con ella—. Lo siento cariño, no quiero que estés gordo.

—Pero no estamos juntos, yo puedo decidir por mi mismo Barbie... yo...

—Eso no me dijiste ayer, amor. Recuerdo perfectamente como querías que regresemos, implorabas por ello en la fiesta—rió la muchacha, luego miró a Andrea— y para Amanda, una tarta de chocolate, le encanta comer.

¿Por qué Barbara se comporta como una zorra cuando hay personas, pero cuando estamos solas es la 'perfecta mejor amiga' y divertida? Hasta tiene pijamas de ositos, pensó Amanda.

—Ejem, perdón pero Amanda debe decidir por sí misma, ¿no lo crees? —protestó Andrea mirando a la morocha quien miraba por la ventana— ¿Qué quieres pedir Amanda?

La chica miró a la rubia con el ceño fruncido, William se encontraba a su lado mirando al suelo y volvió a dirigir sus ojos hacia Andrea. La escaneó como Barbara, de arriba abajo, era lo contrario a ella (rubia, alta y ojos claros) y se sintió peor. Por un lado, le pareció raro ya que los dos parecían hermanos para salir juntos.

—Un... un frappuccino de chocolate —sonrió falsamente— gracias.

Andrea notó su humor, le pareció gracioso pero debía hacer al respecto, no podía odiarla. Agarró a William del brazo y lo empujó hacia adelante, asustando al chico ya que estaba distraído y con una sonrisa dijo:

—Bueno, ahora les traigo lo que pidieron chicos. Pero, verán, mi tonto amigo William solo quiere saludarte Amanda. Les habrá parecido raro que esté a mi lado como un lunático—dijo guiñándole un ojo antes de darse media vuelta—. ¡Pero está desesperado!

—Hola, Amanda —saludó William sonrojado alejándose detrás de su amiga—. Nos vemos luego, siento haberlos molestado.

Barbara negó con la cabeza pensando en el mal servicio y el horrible cabello de la chica, en cambio, Dane miraba su trasero al verla alejándose. Amanda rió como tonta, no lo podía creer, la había mirado como la persona más horrible y terminó siendo solo una amiga. Ahora se sentía avergonzada.

Volvió a pensar que William podría ser su Príncipe Azul, el que tanto estuvo esperando desde pequeña. Siempre tuvo como prioridad conseguir un empleo y tener un titulo en Medicina pero su objetivo N°3 era conseguir su Príncipe Azul.

—Bueno, Amanda —rió Barbie— ¿Por qué nos has traído aquí?

—¡Oh, cierto! Solo quería disculparme por lo ocurrido en la fiesta, nunca me emborracho y lamento haber vomitado tus zapatos nuevos Dane —murmuró ella con la cabeza gacha— y me disculpo por haberte llamado 'zorra' amiga, a veces, digo cosas sin sentido.

—¡No te preocupes! —gritó la rubia haciendo una mueca despreocupada— todos me dicen zorra, es pecado si nunca me lo has dicho. Puede que sea cier... dios, no importa. Es normal.

En realidad, si le había dolido que Amanda le haya dicho 'zorra' pero tenia razón (ella lo sabia). Lo comenzó a aceptar después de tantos años, no podía cambiarlo, por un error a los quince años su dignidad estaba arruinada y debía actuar como tal.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora