VII

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Amanda llegó a su casa con unas copas de más, pero fue salvada por su hermano Logan, quien trató de justificarle a su padre lo sucedido. La muchacha recordaba haber vomitado en los zapatos de Dane y gritarle unas cuantas cosas a Barbara, riéndose en el camino de lo que había hecho. En cambio, su hermano se retractó de haber ido en cuanto se quedó sin palabras delante de su amor platónico.

Eso provocó que el joven, saliera corriendo sin antes llevarse a su hermana, quien hizo un berrinche delante de todos (incluso llegó a empujarlo). Luego volvieron a casa en el auto de su padre, quien se lo había prestado por esa noche.

El hombre ansiaba que le traigan el auto a Amanda, el cual debía haber sido su (y el de Logan) regalo de cumpleaños por un retraso de la empresa llegaría la próxima semana. Habían conseguido un auto gris bastante simple, ya que era lo que alcanzaba pero Amanda y su hermano no estaban enterados.

—Papá iré a acostarla, no se siente bien —mintió Logan llevando a rastras a Amanda por las escaleras.

—¿Por qué llegaron tan temprano? —preguntó desde la cocina.

—Mareos de Amanda, no se sentía bien, cre-creo que comió algo en mal estado. ¿Problemas in-intestinales? —murmuró Logan para luego recibir un codazo de parte de la chica— Solo trato de ayudarte.

Los hermanos subieron las escaleras, el muchacho dejó a Amanda en su cama bruscamente (lo había hecho a propósito). Quien se removió incomoda mostrándole el dedo del medio. Se durmió luego de unos minutos, mientras Logan las cubría con una manta y salia del cuarto sin antes cerrar las cortinas.

No sabía porque se comportaba tan cursi con ella, ya que muchas veces podían hasta golpearse o empujarse pero a pesar de todos los insultos, era su hermana. ¡Su hermana melliza! Tenía una prioridad de cuidarla y lo requería en esta situación.

En la casa de William pasaba algo parecido, el joven se encontraba abrazando a Molly con todas sus fuerzas, mientras ella lloraba en su pecho. Él pensaba que hace años no consolaba a su hermana y era cierto, estuvieron distantes demasiado tiempo. La miró con una sonrisa apenada y le preguntó que sucedía, ella solo se limpió las lágrimas con su camiseta rosa.

—Elizabeth me gol-golpeó, ella dijo que no valía na-nada y que nunca me querrían, por-porque papá nos abandonó. Ella dice que si papá no me quiso, nadie lo ha-hará.

—Dios, Molly. ¿Cómo crees esas cosas? —preguntó William sosteniéndola de los hombros— Ellas no saben lo que dicen, solo quieren herirte. ¡Mamá te quiere, yo te quiero! ¿No es eso suficiente?

—¡No, si no fuera por tu culpa, papá nunca me hubiera abandonado! —gritó Molly retrocediendo.

El muchacho, se sintió terriblemente mal, su madre nunca le había contado a su hermana la verdadera razón. La cual era, la mala relación entre ellos como pareja, llegando a casi internar a su madre por los golpes que recibía. Samantha no quería que su hija sepa la verdadera cara de su padre, ya que era muy pequeña e inocente para saberlo.

William no estaba de acuerdo, creía que Molly necesitaba saber la verdad, ya que cuando eso sucedió la niña apenas tenía tres años. Entonces ella llegó a una extraña conclusión, culpar a su hermano, pensando que su padre los abandonó por culpa de la notable enfermedad pero todavía no detectada del joven.

—Molly, yo... no —susurró acercándose a ella—, mamá nunca te contó.

—No lo necesita, si tú no estuvieras aquí todo sería mejor —atacó—, se olvidaron de mí cuando tú te convertiste en el centro de atención. Los regalos, las mejores cosas eran tuyas. Porque sentían lastima por ti y no sabían como consentirte del todo. ¡No recibí nada en navidad porque mamá gastó los ahorros en tu medicina! ¡Y ni siquiera tengo un padre para compensarlo!

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora