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—William, ¿Qué sucede? —gritó Samantha entrando a la habitación.

Había escuchado los gritos de su hijo desde su cuarto y corrió lo mas rápido que pudo, William se encontraba tendido en el suelo llorando y gritando fuertemente. Se tiraba del cabello con sus manos temblorosas, gotas de sudor caían por su frente.

Los recuerdos de la carta que había leído hace unos minutos, lo seguían atormentando y dejando escapar a Pelusa de sus brazos comenzó a llorar. Sentía que no escaparía de la situación y ese miedo aumentó, volviendo con cada segundo una pesadilla para él.

—Hijo, por dios —pidió ella acercando a él, pero el chico continuaba alejándose hasta terminar contra la pared mas cercana— no me hagas esto, no ahora ¿qué ha pasado?

Samantha se estaba preparando para salir, iría a una cena con un hombre que conoció mediante una amiga en común pero William acababa de arruinar sus planes.

—Mamá, no puedo...—murmuró William sintiéndose mareado— respirar.

Samantha pensó lo peor, hace años que no tenía un ataque de pánico tan horrible como ese; nunca se había sentido tan mal. Le costaba respirar, no tenía noción de su entorno, ni siquiera parecía saber donde estaba.

—Mamá, ayúdame —gemía el muchacho estirando sus brazos hacía su madre—. Mamá...

—Tranquilo, tranquilo —repetía su madre abrazándolo, apoyó su mentón en su cabeza y William se sentía protegido en sus brazos—. Todo va a pasar, ¿sí? Lamento haberme enojado contigo, lo lamento mucho.

Molly apareció por la puerta con su muñeca en las manos, observó la escena asustada, nunca había visto a su hermano así y tenía toda la razón; cuando eso sucedía ella apenas tenía dos años y Samantha no quería que lo vea en ese estado.

Corrió en busca del teléfono de su madre, encontrándolo dentro del bolso marrón que le había comprado su hermano en 'el día de las madres' y marcó rápidamente el número en casos de emergencia. Estaba realmente preocupada por él.

—Por favor mi hermano, necesita ayuda —habló desesperada la niña, el móvil casi cayó de sus manos—. Necesita una ambulancia... si... lo antes posible por favor.

Cortó corriendo hacía el cuarto, en donde Samantha acunaba a su hijo quien no paraba de temblar y Molly se acercó a ellos. En cuanto vio a su hermano se olvidó de todo, las peleas, los celos y el odio. Solo quería que se mejore.

—Mamá, llamé a la ambulancia —murmuró la niña—. Para William, tengo miedo.

Samantha solo asintió con la cabeza, comprendiendo a Molly. La pequeña se acercó a William acariciando su brazo, este la miró con los ojos llorosos y ella lo abrazó como nunca lo había hecho. Él soltó una risa apenada, pensando que debía pasarle eso para recibir un abrazo de su parte, pero al mismo tiempo, se sentía bien y le dejaba en claro que se preocupaba por él.

...

—¿Qué piensas Logan? —sonreía Amanda observando a su hermano, quien estaba sentado el suelo del garaje.

Logan parecía mas distante con ella de lo normal, algo le sucedía, ella estaba segura de ello. A su hermano la vuelta en coche lo dejó pensando algunos sucesos que le habían ocurrido hace unos días y de los cuales estaba preparado para decirle a su hermana.

—Ay Amanda, somos hermanos y sabes que por mucho que intente no puedo ocultarte cosas. Que seamos mellizos lo empeora —rio mientras Amanda se sentaba a su lado— y bueno, tengo un pequeño secreto. Nadie lo sabe, tampoco quiero que se entere papá...

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora