V

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Habían pasado dos días desde su cumpleaños, ahora Amanda se encontraba junto con Logan, en una cafetería cerca de su casa. Fueron a comer juntos luego de la escuela, ella amaba compartir esos momentos con él. Avisaron a su padre sus planes para ese día, entonces tenían todo mucho tiempo para platicar.

—No puedo creerlo —rió Amanda tomando un sorbo de café—, ¿estás seguro de que eso era comida?

—Siendo sincero, no tenía idea —contestó su hermano—. Pero no estaba para nada mal.

Logan le hablaba acerca de cuándo fue una fiesta por primera vez y las cosas no salieron tan bien como querría. Se encontraban en un Starbucks a cuatro cuadras de su casa. La mesera, quien para Amanda era muy molesta, no paraba de venir a su mesa con el pretexto de preguntar si querían algo mas para comer.

Aunque en realidad, solo aparecía por su hermano, quien no lo notó en absoluto a pesar de las constantes indirectas. La chica reía en sus adentros cuando la mesera miraba a Logan, pensando en lo lindo que era. Él nunca se percataba de nada.

—Creo que deberíamos irnos, Amanda —habló Logan mirando su reloj—, papá nos querrá en casa a estas horas.

La muchacha asintió con la cabeza, pidiendo la cuenta a la misma chica de cabello violeta que pretendía a su hermano, cuando salieron se percataron de que estaba a punto de llover. Las nubes se estaban agrupando en el cielo arriba de ellos y pensaron que era hora de volver a casa antes de que sea tarde. Caminaron por la acera riendo de los chistes de Logan, quien no sabia ninguno bueno según Amanda.

Alguien chocó contra ellos cuando cruzaban la esquina, era una mujer rubia, llevaba puesto ropa de trabajo y Amanda pudo reconocerla como la mamá de William. O eso creía ella ya que era la misma mujer del auto amarillo. Tenia varias bolsas en las manos, las cuales terminaron en el suelo luego del golpe.

Amanda recordó a William quien era igual de torpe que su madre, recordando el día que se conocieron y el percance que tuvieron cuando se chocaron. 

—Lo lamento mucho, chicos—se disculpó mirando su café en el suelo. Mientras arreglaba su ropa—, si solo me hubiera fijado por donde camino.

A la muchacha le pareció una mujer aun más linda de cerca, caminaba con elegancia pero su rostro tenía unas ojeras evidentes que no pudo cubrir con maquillaje. Parecía cansada y algo abrumada por lo sucedido. Amanda tuvo la mejor idea de su vida.

—No se preocupe, ¿quiere que la ayude con las bolsas? —preguntó la joven con una sonrisa— No es ningún problema señora Smith.

Su hermano la miró confundido, no entendía porque Amanda quería ayudar a su vecina. Pero la chica sabía perfectamente cuál era su propósito, e iba a cumplirlo de todas maneras. La mujer mostró una agradable sonrisa y negó con la cabeza para luego decir:

—No, Amanda, sería demasiado —contestó tranquila— pero te agradezco.

—¡No permitiré que llegue a su casa con todas estas bolsas en sus manos! —dramatizó Amanda indignada, luego intentó levantar una de las bolsas en el suelo— ¡Están pesadísimas!

—Tienes razón, a veces me comporto como una idiota —dijo Samantha tocando su frente— me encantaría tu ayuda Amanda. ¿Se dirigen hacia la misma dirección, verdad?

Amanda sonrió satisfecha levantando una cuantas bolsas, mientras que Logan las miraba confundido debiendo ayudar a su hermana. El plan de la joven era uno de los mejores que tenia, según ella. Sabía que William se encontraría en su casa en estos momentos, lo había visto llegar.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora