La muchacha estaba sentada, se encontraba en la cafetería y tenía una mirada perdida desde hace horas. Al terminar la clase de Psicología se dirigieron a buscar comida, por lo tanto, ahora ella y sus amigos ocupaban una mesa allí. Amanda jugaba con su cubierto sin mirar la tarta de carne encima de la mesa, no tenía hambre.
Estaba preocupada por William, se había quedado dormida y no lo vio llegar a su casa nuevamente. Tenía planeado visitarlo al salir del colegio, entonces su impaciencia estaba por explotar en algún momento.
—¿Creen que me mataría comer un poco de pudín? —preguntó Dane, era alérgico al chocolate pero eso no lo detenía. Miró hacia otro lado alejando la comida— ¡Impulso de estupidez, aléjate!
La rubia, quien se encontraba observando a Dominik conversando con su grupo de amigos, tenía el ceño fruncido y sabía la razón por la cual él no se acercaba a saludar a Amanda. Ella era la culpable pero soltando un suspiro miró a su ex novio.
—Dios, deja de comportarte como un idiota Dane —gritó Barbara arrebatándole el postre, llevándose un poco a la boca con su cuchara—. Agh, estoy a dieta. ¿Por qué como esto?
—Amanda dile que me devuelva mi pudin —protestó el chico haciendo un puchero, pero ella tenía la mirada perdida a la pared—. ¿Amanda? ¿Amanda estas ahí? ¡Amanda!
—¿Qué demonios? —Se asustó la joven, saltando de su asiento— ¿Qué quieres Dane?
Un muchacho de cabello castaño se sentó a un lado de Dane, con su bandeja de comida en las manos y tenía una gran sonrisa en el rostro. Era Sean, quien traía puesto una musculosa de básquet dejando a la vista unos musculosos y bronceados brazos (aun así, seguía siendo rubio).
—¿Cómo están chicos? —saludó metiendo un trozo de pan en la boca— Hola, Amanda te veo distraída hoy. ¿Todo bien?
Barbara lo escaneó rápidamente, pensaba que si Dane estaba muy ocupado comportándose como un niño (buscaba excusas ridículas para no acostarse con ella), debía conseguirle un remplazo y Sean era el cambio perfecto. No dejó responder a la morocha.
—Hola, Sean no te preocupes —rio coqueta, estirando un brazo para acariciar la mano del rubio, este la miró con los ojos entrecerrados—. Veras, se encuentra así porque se preocupa por el chico que le gusta, ¿cómo se llamaba? ¿Wilson? ¿Winfred?
—¡William! —interrumpió Amanda indignada— Barbara era nuestro secreto, no lo grites.
—Aww, le gusta un chico—se burló Dane con la boca llena— ¡Te gusta, te gusta, te gusta! ¡Te gusta el blanquito de la cafetería! ¡Awww!
Sean contenía sus carcajadas, al notar como el rostro de Amanda se volvía rojo y ella parecía enojada. Se levantó de su asiento haciendo un gran alboroto tirando la comida de Dane al suelo y este miraba allí sintiendo lágrimas en sus ojos. Nunca nadie había tocado su comida, para él era lo mas importante.
— ¿Saben algo? Nos vemos en la última clase —habló ella alejándose de ellos, escuchó la inevitable carcajada de Sean detrás.
Salió de la cafetería con su mochila en los hombros, preguntándose porque no tenía el número de teléfono de William. Eso no la preocuparía mucho. Pensaba ir a su casillero en busca de algunos libros y poder leer un rato antes de que la clase comience, pero un grito interrumpió sus pensamientos.
—¡Amanda, espera!
Sean estaba detrás algo agitado, había corrido por los corredores, para alcanzarla luego de sacarse a Barbara de encima cuando esta intento coquetearle. Sus botas chillaron cuando frenó en seco, provocando que su cabello largo se despeinara y acomodó su flequillo desordenado.
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Esquizofrenia
Romance"A veces me imagino siendo la clase de chico perfecto que tanto andas buscando. Pero luego recuerdo en lo ridículo que me vería y que posiblemente mi único propósito en esta vida es destruir las expectativas de una ilusa chica con dieciocho años, de...