XIV

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Se alejó caminando hacia la puerta, mientras levantaba sus hombros en un claro gesto de 'no me importa', enojando mucho mas a William. Este salió de detrás del mostrador, con el rostro sonrojado, dispuesto a comenzar una pelea y recriminarle lo dicho; pero su amiga apareció a su lado sosteniéndole el hombre e impidiéndole el paso.

—¡No tienes derecho a hacerlo Dominik! —gritó antes de que el muchacho salga por la puerta, empujando a un grupo de chicos— ¡No debes entrometerte en mis asuntos!

—¿Qué ha pasado? —interrogó Andrea— ¿Te molestó o te hizo daño? Yo sabía que no era confiable ese chico. ¿Quieres vengarte? Puedo hacerte un favor y mandar a unos amigos para golpearlo, nunca se enterará que fueron contratados por mí.

—Tranquila, no ha pasado nada...—aclaró el muchacho tirando sus cabello, estaba indignado consigo mismo— Iré a atender a la mesa ocho, no te preocupes y muchas gracias por no dejarme ir tras él.

Andrea lo miró confundida pero ignoró los hechos, no pensaba tener mas problemas. Ella había tenido algunos inconvenientes con su banda hace algunos días y preparar los conciertos la tenía algo estresada. Prefería no indagar en los asuntos de William, dándole un poco de espacio pero estaba segura de que averiguaría quien era Dominik luego.

Ella suponía que lo conocía, sentía haberlo visto algunas veces en los bares que frecuentaba y siempre lo notaba problemática. No era del estilo de William, según ella. Pero miró el reloj de pared, sabiendo que quedaban unas horas mas de trabajo y frustrando irritada prefirió seguir trabajando y olvidar sus problemas.

—¡Espera William! —gritó ella, interponiéndose entre los clientes y él, este la miró confundido— Quería preguntarte si querías ir al bar DownTown, estaré tocando con mi banda este sábado y me encantaría que vinieras.

—Veré que puedo hacer —sonrió William algo avergonzado—, nunca fui a un bar, supongo que será divertido y necesito salir un poco, mi mamá está enojada conmigo por pasar todo el día encerrado. Me hará bien.

—Estupendo, estaré ansiosa y mucho mas, si traes a Amanda contigo.

El muchacho lo dudó por un segundo, creyendo que nunca lo aceptaría de nuevo y si Dominik decía la verdad antes; estaba en problemas. Pero asintió de todos modos, para no molestar a Andrea, podía fingir que lo lograría pero estaba seguro de que el sábado aparecería solo.

...

—¿Qué haré? —murmuraba William en su cuarto, mirando por las cortinas, temiendo encontrar a Dominik deambulando cerca de su casa— No debe entrometerse, sería muy estúpido de su parte y me ganaría el odio de Amanda por el miedo a decírselo. ¿Qué haré?

Pasó un día desde la confrontación con Dominik, todavía se encontraba muy nervioso al respecto, sin poder abandonar su estado de alerta por ningún momento. Había vuelto del trabajo mas temprano de lo normal, ya que lo suplantaba alguien con mejor experiencia y tenía tiempo libre.

Conversaba solo en su cuarto, esperando respuestas de su consciencia o llamaba muchas veces por él 'su amigo invisible'. Desde los doce años, una voz aconsejaba a William otorgándole una nueva forma de resolver sus problemas más fácilmente. Pero ahora no había rastros de ella y odiaba a las pastillas por ello.

Para William, esa voz era una versión mucho más confiada y sociable de sí mismo; mejorando su autoestima. Cuando jugaba al ajedrez o practicaba esgrima a los trece años, podía encontrar nuevas ideas o movimientos gracias a ella.

—Maldición, te necesito —pidió tirándose a la cama—. Debes lograr tener agallas antes del sábado y decírselo, para poder ir al concierto de Andrea con ella. Como una cita.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora