Capítulo VII: Venganza

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El médico insistió en la importancia de tomarme aquellos nuevos medicamentos que me habían recetado, aunque sus efectos secundarios eran aún más fuertes. Me aseguró que iban a ayudarme mejor en mi recuperación. Soy consciente que desde que empecé a medicarme no he vuelto a ser el mismo. Lo sé, pero no tengo otra opción si quiero volver a sanar, si es que es posible eso.

Habían pasado un par de meses desde la última vez que estuve en el hospital. Si, había mejorado, pero aún seguía con el miedo de despertar en aquella sala y preocupar a Jimin. Últimamente estaba cuidándome a todas horas; me hacía la comida, ayudaba con la limpieza de la casa, estaba pendiente de la medicación que debía tomar y a qué hora... Siempre le insisto en que no hace falta que lo haga, pero él se niega a hacerme caso.

Aunque en el fondo me alegra que se preocupe por mi.

Salí a paso lento del edificio del centro médico. El verano comenzaba a acercarse y con ello, las temperaturas empezaban a aumentar. Normalmente Jimin iba a recogerme a la salida de la consulta. Qué raro ¿tenía algo que hacer hoy?. Eché un ojo al movil, un mensaje de Jimin.

"He tenido un pequeño contratiempo, pero ya voy de camino [Recibido hace 5 minutos.]"

Sacudí la cabeza con una sonrisa mientras le respondía.

"No hace falta que vengas, no te preocupes. Si quieres nos vemos en mi casa."

[Enviar]

Guardé el movil en mi bolsillo delantero izquierdo y eché a andar con paso calmado, pues más rápido no creo que mi cuerpo me lo permitiese. Un poco después de enviarle el mensaje a Jimin, mi movil comenzó a sonar. Lo saqué cuidadosamente del bolsillo y sin mirarlo, descolgué, pues supuse quien era. Siempre hacía lo mismo.

- Jimin, no te preocupes no hace falta que vengas...

——————————

Mi madre había conseguido otro trabajo para poder pagar las deudas, la mayoría a causa de mi padre y el alcohol, por lo que había muchas cosas de las que no podía hacerse cargo y lo tenía que hacer yo, como por ejemplo cuidar al niño de la vecina y llevarle un par de cosas a una amiga suya. Mi situación en casa seguía igual, un poco más calmada, pero sin cambios notables. Por suerte mi padre aparecía tan borracho que antes de ponerse a gritar, el alcohol le ayudaba a caer profundamente dormido en el primer sitio que pillaba. Después cuando despertaba, por suerte mi madre y yo no estábamos en casa por lo que supongo que simplemente salía de casa para poder volver a beber, o al menos supongo que sería así.

Terminados los recados que tenía pendientes, corrí lo más deprisa que pude a casa. Hoy mi madre tenía el día libre y no sabía si mi padre se iba a despertar y empezar con sus insultos. Tenía miedo de que pasase algo peor en mi ausencia. Mucho miedo. Corrí como alma que lleva el diablo, lo prometo, pero no fue suficiente. Si hubiese llegado un poco antes...

Quizás...

Cuando llegué escuche gritos y varios golpes desde fuera. Busque las llaves e intenté abrir la puerta lo más rápido posible. A causa de los nervios tenía las manos frías y temblorosas, se me escurrían las llaves y no conseguía meterlas en la cerradura. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. De un sólo golpe abrí la puerta y fui lo más rápido que pude hacia la habitación de mis padres, de donde provenían los gritos. Ahí estaba, el cabrón de mi padre, pegando a mi madre, sin parar. Las manos seguían temblándome, pero esta vez de rabia. Agarré una botella que había en la mesilla del pasillo y entré en la habitación.

No podía parar...no quería. Se lo merecía. Ese cerdo. Lo que nunca me permitiré fue haberlo hecho delante de mi madre, no se merecía ver aquello. La hice llorar aún más. Pero ya es demasiado tarde.

Fuí directo hacia mi padre, no me importaron los motivos por lo que la pelea empezó. No me importaba. Con todas mis fuerzas, le partí la botella en la cabeza.

"¿Le vas a dejar así? La botella aún vale"

Para que no vuelvas a levantarle la mano a mi madre.

Cuando se recuperó del golpe, me miró confuso. Veía el miedo en sus ojos, pero eso no le serviría para ser perdonado. Mi madre gritó. Hundí la botella en su tripa y noté como mi mano y camiseta eran salpicadas por la sangre. Pero no me importó.

"Otra vez. Otra"

Le miré a los ojos sonriente, le agarré de un hombro para que no pudiese escapar y volví a repetir lo mismo una vez. Y otra. Y otra. Me pitaban los oídos. Había perdido el control. 

 Otra vez mi madre me volvió a salvar. Tiró de la capucha suplicando que parase. Pero ya estaba muerto. Solté asustado la botella, la cual terminó por partirse a causa del impacto, y me miré las manos, manchadas de sangre. La adrenalina desapareció y volvió el miedo.

Mamá.... - Levanté la cabeza para mirarla. Aquello si que me mató por dentro. - No quería hacerte llorar, lo siento. - Susuré con voz temblorosa.

Estúpido.





(Teorías BTS) Corre, mariposa, antes de que te comaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora