22. Aguas turbias

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—Ya está tras las rejas. Más tarde será interrogado, estamos esperando a que su abogado llegue... de todos modos ha dicho que se rehúsa a hablar— Me informo el oficial Rivera, mirándome expectante mientras yo permanecía ahí, sentada en esa silla en la estación de policía... pensando en cómo esto pudo haber pasado.

Y ahí cuestionas tu realidad. Ahí te empiezas a preguntar cuántos hay como él en tu vida, si te has enfrentado con un asesino antes y nunca lo supiste. Es escalofriante. Y la dolorosa verdad es que nadie está inmune a ello.

—¿Lo quieres ver? Ya no te hará nada tras esas rejas.

"Pero las palabras también duelen" quise responderle.

—No... no creo que él quiera verme a mí. Ni tengo nada que hablar con él.

—Bueno. De todos modos tendrás que esperar, ya sabes, tienes que declarar unas cuantas cosas.

Asentí. Estaba a su total disposición para hundir a Harry en la cárcel.

—Puedes esperar por allá, en la sala de espera. Ahí se encuentra tu acompañante.

Me levanté, lista para dirigirme a donde me había señalado, más una voz me impidió. Una voz que me anunciaba unas palabras bastante escalofriantes.

—Señorita Collingwood, el señor Styles desea verla— Me dijo uno de los oficiales que provenía de la sección donde se encontraban las celdas.

Me estremecí. No quería. Pero como había dicho antes, si tuve la valentía de denunciar a un psicópata de la calaña de Harry, también debería tenerla para hacerle frente a lo que después vendría.

Caminé con paso lento hacia la sección de las celdas. Estaba sucio, percutido, y era hasta un poco oscuro. Digno de las personas encerradas aquí.

Ignoré los comentarios imprudentes de un par de presos que se encontraban en las primeras celdas mientras avanzaba, hacia la última celda del lugar. Sin duda no fueron unos pasos fáciles de dar.

Entonces, ahí estaba. Sentado en el colchón sucio que tenían por cama los presos, con la mirada fija hacia el frente; fría, sin emoción alguna emanando de ella. Daba miedo.

Me acerqué lentamente hasta quedar frente a frente con él. Se levantó de su asiento, y se dirigió caminando a hacia mí. No retrocedí, pero ganas no me faltaban.

—¿Para qué me llamaste? — Pregunté sin rodeos, y al parecer eso le sorprendió, pero no lo demostró.

No. No le daría el gusto de verme asustada e indefensa... Diminuta ante su fría actitud.

—¿Dónde está tu educación, dulce Kiera? — Rió cínicamente. Desgraciado.

—¿Dónde está tu cerebro y tu corazón?

—¿Corazón? — Frunció el ceño, como si no tuviese idea de lo que hablara —Por favor. Y sobre mi cerebro... está muy bien en su lugar. Si no, estuviese gritando o llorando como cualquiera que entra por ese pasillo hasta estas celdas. Si no, no me hubiesen capturado durante todos estos años.

—¿Qué rayos quieres?

—Felicitarte— Fruncí el ceño —. Debe sentirse genial atrapar un monstruo. Yo no lo sé, nunca lo he logrado con los de mi mente. Pero me lo imagino.

—Tú y yo sabemos que no fue para eso que me trajiste aquí.

—Quiero que tengas muy presente...— Alargó, mientras acomodaba sus largos rizos con su mano —Que los demonios no te dejarán tranquila. No lo harán. Todo lo que has estado experimentando no saldrá de aquí— Señaló mi cabeza —sólo porque me hayas encarcelado— Se echó a reír —. Y eso no va a cambiar.

—Eres un ser patético, Harry Styles. Me das pena ajena y asco. Tu cinismo me da asco. Pero a pesar de todo, no me arrepiento de haber llegado a ese departamento y haberte conocido, para nada. ¿Sabes por qué? Pues de otro modo quizás otra persona hubiera llegado y se hubiese adjuntado a tu lista de víctimas, la cual debe ser mucho más larga de lo que nos dejas saber. Me alegra mucho haberte conocido, todas y cada una de tus facetas, y lograr que la muerte de Gemma no quedara impune.

Sus ojos se oscurecieron ante mis palabras.

—Hasta nunca, Styles— Dije, lo miré de arriba abajo por última vez y salí de ahí, dejándolo con la palabra en la boca. A mis espaldas, pude oír como azoto las rejas de su celda. Sonreí.

—¿Lista para declarar, señorita Collingwood? — Me dijo Rivera —Ya todo está listo para que lo haga.

—Más que lista, oficial.

Una semana después

—¿Qué tal un poco de sushi? — Darcy sugirió, mientras se desplomaba en el sofá a mi lado tan ordinariamente como siempre lo hacía.

—Ew— Arrugué el rostro —. Eso de comer pescado crudo no es lo mío.

Ella río. —Bueno, ordenaré unas hamburguesas y papas. Me muero de hambre y sólo quiero sentarme a ver una buena película de acción. Enciende el televisor y busca algo interesante mientras llamo.

—De acuerdo— Le dije.

Busqué por todos lados el control remoto de la televisión, hasta que lo encontré debajo del sofá. La gente aquí es tan cuidadosa.

Al encender la TV resultó estar en el canal de las noticias, que anunciaba una de las mejores cosas que han pasado en el año entero.

"... y en noticias de sucesos abrimos con el juicio de Harry Styles. Este hombre de veintitrés años ha sido encarcelado por el asesinato de su hermana, Gemma Styles, quien tenía tan solo seis años cuando murió ahogada a manos de su hermano mayor. Así como por los intentos de asesinato de Kiera Collingwood y del propio padre del acusado, Stephen Styles. El joven fue condenado en la mañana de ayer a pena de muerte por los crímenes que ha cometido, y será ejecutado dentro de cinco meses en la prisión federal de Gales. Styles no se mostró arrepentido durante el juicio, al contrario, se denotaba con aires de arrogancia. Lo único que consiguió decir en el acto fueron unas palabras hacia Kiera Collingwood, la chica con la cual salió por un tiempo e intentó matar, asegurándole que el destino le pasaría factura por develar pozos ajenos, y desterrar aguas turbias."


Turbid Waters → stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora