30: Merry Christmas, Kiss My Ass

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30: Feliz navidad, besa mi trasero.

Día Uno:

Amaba las luces navideñas y la manera en la que destacaban entre el gris de los edificios y el oscuro cielo nocturno. Amaba el olor a platillos navideños que se desprendía en cada rincón de cada local de comida o casa. Amaba ver todo tipo de gorros navideños y cajas de regalo envueltas en diversos tipos de papel con diversos patrones en el. Amaba el frió que hacia en las calles, la nieve que, junto con miles de decoraciones navideñas,  adornaba tejados y calles. Amaba, con todas las fuerzas de su corazón, la navidad. 

Pero, Dios, odiaba el ridículo disfraz de Santa Claus que estaba usando. Odiaba tener que hacer sonar aquella campana para que los compradores de aquel centro comercial, notaran que estaba ahí y pudieran donar recursos para cumplir el objetivo navideño de su madre: Brindar una cena navideña a algunos habitantes de calle. Odiaba que las personas fueran tan insensibles y no donaran ni un centavo. Y ugh, odiaba tener que tomarse fotos con tantos niños y niñas pequeños. 

"Oh, vamos Cal, sonríe, te ves demasiado amargado para ser Santa, por eso nadie dona" Dijo la madre del moreno, mientras acomodaba su delantal negro y volvía al interior de su local, para atender a un grupo de más o menos cinco chicos que acababa de entrar. Su madre era dueña de un café, en el cual, según Calum y más de la mitad de los clientes de aquel lugar, tiene la mejor cocoa de aquella parte de la ciudad. Si había algo que tenía la señora Hood era talento para la cocina y un gran corazón, su receta de espinacas y sus esfuerzos por ayudar a quien sea que viera en apuros, confirmaban aquello. 

El moreno sonrió: Siempre iba a ser bueno tener a su madre con él, aunque aveces fuera insoportablemente tierna. 

Lo que pareció una hora pasó entre más fotos con niños y algunas monedas siendo arrojadas al fondo de la cubeta de metal que Hood tenía a su lado. Estaba tomando una soda, cuando vio todo lo que no quería ver: Una niña corriendo hacia él. Una niña que corría demasiado rápido hacia él y gritaba con demasiada emoción. El único pensamiento que logró formarse en su cabeza fue un "mierda" mientras apartaba su lata de refresco y hacía su mayor esfuerzo por no hacer cara de desagrado. Odiaba a los niños. 

Cuando el pequeño huracán de finos cabellos rubios y ojos profundamente azules llegó a donde él estaba, se lanzó a sus piernas y las abrazó con excesiva fuerza, sacando una sonrisa incomoda de Calum. 

"Oh, no, pequeña, lo vas a lastimar" Dijo una dulce voz justo enfrente del pobre y moreno Santa Claus. Por sus rasgos físicos, Hood no demoro en adivinar que aquella mujer era la madre de la pequeña. 

En su delicado y diminuto rostro se pintó una mueca de genuina preocupación "Mami, Si lo lastimo, ¿Santa me pondrá en la lista de niños malos?"

La mujer río con cariño y Calum casi quiso sonreír... Pero no lo hizo porque se sentía demasiado incomodo y, además, tenía el presentimiento de que si lo hacía, aquellas rubias no se irían nunca "Si, pequeña, tienes que ser buena con Santa, y con todos, porque eres una niña buena." Cuando terminó de decir aquello, la niña se separó del moreno y lo miró apenada, bajando su mirada al suelo mientras movía su pie derecho de manera nerviosa. "Santaaaaaa" Susurró, de manera nerviosa "ya que no estás enojado, ¿Puedo decirte ya lo que quiero para navidad?" 

El moreno aclaró su garganta, incomodándose aún más. Intentó ser amable "Eh, Umm, ¿Pequeña? Yo no soy el santa al que le dices eso, él está en la plaza centr-" 

"Oye, tú, cierra la boca. No arruines el espíritu navideño de mi hermanita." Un chico casi tan alto como él, vestido todo de negro, con un pequeño peluche de pingüino en su mano, estaba alzando a la niña, mientras miraba a Calum con disgusto "Mira Lizzie, encontré tu juguete." 

Cake One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora