18: No Puedo Parar De Pensar En Ti, Parte 2.

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El resto de la semana se pasó de la manera más lenta jamás imaginable, poniendo a prueba su paciencia.

Esa semana siguieron hablando en las mañanas, los 20 minutos que habían platicado el lunes se volvieron a dar cada día de la semana pero en ningún momento tocaron el tema de la cita/salida, es más, Luke estaba totalmente agradecido de ello porque sabía, muy en su interior, que la poca calma que tenía con respecto a lo del viernes se vería totalmente perturbada si el castaño mencionaba algo al respecto.

Se sentía totalmente inmaduro por eso. El mismo tipo de inmadurez que sentía cuando escribía el nombre del rubio en la parte trasera de su cuaderno de cálculo o cuando lo veía y se sonrojaba. Vamos, ¿Por qué los humanos teníamos que ser tan evidentes cuando alguien nos atraía? ¿Enserio era necesario? Porque, si él pudiera, quitaría todos aquellos detalles que delataban  cuando alguien se sentía atraído hacia otro alguien.

 Debía de admitirlo, aquella mañana no había ni pensado lo que se pondría aquel día (su camiseta de Nirvana, que a decir verdad no estaba en el mejor estado, skinny jeans, chaqueta y botas negras) pero, 15 minutos antes de la primera clase se acabara y su cita/salida empezara, sí que pensó lo que se había puesto: ¿Por qué se había puesto la puta camiseta rota? Porque Calum se había traído una escocesa de botones y se veía malditamente guapo y atractivo, él, por otro lado, perecía un vago colado en una escuela secundaria.

“¿Luke? ¿Qué pasa?” Michael tomó la cartuchera de su amigo y empezó a hurgar en ella, hasta que consiguió un bolígrafo de tinta azul oscura y empezó e escribir en su libreta.

Después de unos minutos en los cuales hizo un esfuerzo enorme para dejar de preocuparse por su ropa y responderle a Michael solo pudo decir “¿Ah?”

Clifford esperó a que el maestro Smith dejara de observarlos “Tienes una cara pésima. ¿Calum te canceló?”

Hemmings negó con la cabeza y se encogió de hombros “Estoy nervioso, eso es todo.”

“¿Nervioso? Parece que hubieras reprobado ocho materias o algo, pero tienes cara de todo menos de nervioso.”

“Oh vamos, lo último que necesito es que me digas lo mal que está mi cara el día de hoy.”

“Deja de ser tan sensible, Dios, Ash tiene razón, cuando se trata de Hood te pones muy extraño.”

Luke sonrojó pero no dijo nada, solo tomaba las notas de química que había anotado el señor Howard en la pizarra en un fallido intento de sacar de su cabeza todo el asunto de la salida y a Calum. Sobra decir que falló épicamente en ambos intentos.

Las manos de Hood empezaron a sudar de manera épica cuando el maestro de química se despidió de la clase y se dispuso a marcharse. El timbre sonó y sabía que era hora de su cita/salida con Luke. Sabía que se gustaban, pero eso no hacía nada más fácil, por el contrario, todo se tornaba más extraño, pero de la buena manera, es decir, era malo de manera buena porque ¿quién dice que lo malo no puede ser tan bien bueno? Se estaba golpeando mentalmente, siempre que hablaba o pensaba en Hemmings esa cosa le pasaba, perdía completamente el sentido e hilo de sus palabras, como si fuera alguien que hasta ahora está aprendiendo a hablar o, como mejor ejemplo, alguien que está diciendo un rompe cabezas. Se detestaba por aquello.

También se detestaba por sentirse tan atraído a Luke. No por el hecho de la intolerancia que pudiera darse debido a su orientación sexual, de hecho, a la gran mayoría de la escuela le daba muy igual que le gustaran los muchachos y no las muchachas, ni por el hecho de que Luke fuera totalmente guapo y le gustara a media población escolar, era por aquel extraño hecho de que lo veía y algunas de sus canciones favoritas sonaban en su cabeza. Eso, para él, era amor. Porque las “mariposas en la panza” las sentía cualquiera, pero ver a alguien y pensar únicamente en las canciones que describen tu sentimiento por ese alguien que es capaz de quitarte el aliento y el espacio para otros pensamientos, ese alguien era especial.

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