Capítulo 29. ¿Qué he hecho?
— Bea, te lo ruego, deja de mirar así al profesor —digo tapando mi cara con las manos.
— Es imposible no hacerlo —ella suspira—. Él será mi esposo algún día.
— Ese día él será mucho más viejo y tú notarás que no es lindo fijarse en alguien años mayor.
Se queda en silencio. Espero que aquello le haga recapacitar y deje de acosar al profesor así.
— Yo lo veo como esos hombres que con el pasar de los años se ven más buenos, ¿No te parece?
— ¡Ay, Merlín!
Ella se carcajea mientras yo intento que la tierra me trague. El profesor ahora se gira a mirarnos con el ceño fruncido.
— ¿Qué es tan gracioso, señorita?
Miro a Bea, su rostro despejado de maquillaje. Sonríe de lado... Oh no, va a poner esa cara de coqueta. Dioses, si alguno de ustedes me quiere en lo más mínimo, por favor sáquenme de aquí antes de que me traume.
— Se lo digo si se acerca.
Si Apolo influyó en sus genes... Apolo, que te den. Por tu culpa mi amiga me pone en medio de éstas situaciones.
Alzo la vista, todos están mirando a Bea y su sonrisita. El profesor está rojo como un tomate, toma la mejor decisión y se voltea una vez más a la pizarra. Agradezco mentalmente eso y le doy un codazo a Bea.
— Au, no hagas eso.
— Deja de pervertir al pobre profesor —le recrimino.
Luego de lo que parecía una eterna clase donde el pobre profesor Pappaccio tuvo que soportar las constantes burlas de todos, al fin pasamos a la hora del almuerzo.
— Tal vez necesite un psicólogo o algo —dice Jerome mientras nos acercamos a nuestra mesa—. Para comprender que si tienes 15 no puedes estar con alguien de 40.
— Ja ja —Bea ríe cínicamente—. No tiene 40, idiota.
— ¿Enserio? A mí me parece de 40 —me mira.
— No tiene 40, créeme —palmeo su hombro—. Ni 30 siquiera.
Él frunce el ceño molesto. Río— ¿Esperabas que te secunde?
— Algo así.
— No siempre pienso igual que tú... Pero sí, Bea, tienes que dejar de acosarlo.
— ¡Mi vida! ¡Mis decisiones! —dice y se lanza para sentarse.
Era de esperarse.
Luego de aquella extraña visita al despacho de Bruce volví a mi cuarto y encontré a Bea abrazando a Laura. No importaba lo rápido que se había separado, yo lo vi. Desde entonces ha vuelto a ser medianamente normal como antes. Al menos ya no finge ser emo y no tengo que soportar sus canciones que no se entienden ni mierdas.
— Marlee... Me asusta que Bruce ya no te mire como a los demás —susurra Jerome cuando nos sentamos.
Alzo la vista y veo a la directora. Parpadeo varias veces cuando choco con sus ojos marrones. No me observa con rechazo, como solía hacerlo. Esta vez asiente con la cabeza como si estuviese saludando. Y yo, estúpidamente, alzo la mano y la sacudo.
— No se qué sucede —admito sonriendo incómoda—. ¿Crees que se drogue?
— O puede que sea su quinta menopausia —sonríe de lado.
Río y tomo mi vaso de jugo para poder beberlo.
Las puertas del comedor se abren y las lechuzas entran. Observo a todas ellas hasta notar al par que volaban juntas. Leia, la de papá, y Sin nombre, de mamá... Mi madre no se esforzó mucho con ella.
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Solo soy una Greengrass. (SSG)
FanfictionMarlee Potter, definirla en una frase es simple. Ella es el fin, y el inicio.