Capítulo 50. El descenso sólo necesita...

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Capítulo 50. El descenso sólo necesita de un coro.

Maddie se metió a su cuarto luego de despedirse de mamá y Alex, escapó de mí mientras Nico me sofocaba en sus brazos. Avisé a los demás que iba a hablar con ella y luego nos iríamos. Subí las escaleras de dos en dos y troté hasta chocar con su puerta, cómo no, cerrada con llave.

—Maaadison —dije recostada contra el umbral—. ¿Me abres por favor?

Sin respuesta, pero sabía que estaba ahí. Más le valía no tener los auriculares puestos con música a todo volumen.

Apreté los labios conteniendo el enojo.

—Mapi, abre la puerta.

Nada.

—O la abres o la derribo.

— ¿Por qué dramatizas tanto? —respondió al fin, un poco venenosa—. Espero que no derribes de verdad la puerta.

—Sabes que soy capaz... Vamos, Madison, ábrela por favor.

Volvemos al silencio, sin respuestas. Bufo y araño la puerta con una uña mientras pienso en los últimos días. ¿Qué hice para molestarla además de llamarla Mapi? Incluso la ayudé a vestirse el otro día y parecía estar bien conmigo.

—No sé qué hice mal en las últimas veinticuatro horas para que me odies, Maddie, pero lo siento —intento, ya cansada—. Y sólo diré que vas a arrepentirte si no te despides de mí ahora.

— ¿Es una amenaza?

Sonrío de lado, sin ganas —No, es una advertencia... Sólo quiero darte un abrazo antes de irme, ¿es pedir demasiado?

La escucho suspirar y la puerta se abre. Madison por alguna razón llevaba puesto un suéter aunque no hacía frío en lo absoluto.

—No preguntaré el por qué de esto —digo y abro los brazos para rodearla y acercarla a mí—. Cuidate, espero que te vaya bien en el colegio. Voy a extrañarte.

Al principio está tensa entre mis brazos, pero luego ella se une y también rodea mi cintura. Incluso me abraza con más fuerza que yo a ella.

—Lo siento, Marly —dice ahogada en mi hombro, frunzo el ceño—. Te traté mal y no tenía razones para hacerlo. Lo siento mucho.

—Está bien, tendrás alguna razón aparte —murmuro—. Cuando... cuando vuelva me lo dices.

Ella asiente separándose, me dedica una pequeña sonrisa.

—Voy a extrañarte, vuelve pronto.

***

Tío Nico nos guiaba por el parque oscuro, ya había caído la noche y estábamos buscando una de las entradas al inframundo. Él nos ayudaría a ingresar, y una vez nos dé las indicaciones estaremos por nuestra cuenta.

— ¿Oyeron eso? —susurra Alexander junto a mí.

Todos quedamos en silencio, quietos y en guardia. El crujir de una rama se escucha, algo salta de los árboles. Una ardilla.

—Qué miedo, una ardilla —le molesta mamá con voz fantasmagórica, Alex rueda los ojos—. Cuidado, Zeph, podría matarte.

—Y detrás de ti hay un pato.

Mamá chilla y voltea sacando su espada. Nosotros seguimos caminando mientras reímos a carcajadas. Ella refunfuña molesta.

— ¡No juegues con los patos, Alexander! ¡Ellos son...!

—El demonio en plumas —completa otra chica.

Sale de las sombras, tendría mi edad, es pelirroja y su cabello es increíblemente largo. Mamá parece tener tres infartos cuando la ve, es aún peor cuando otra chica de cabello castaño se posiciona junto a ella. Las que se encontraban detrás no estaban en mi campo de visión, pero sé que se trataba de un gran grupo.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora