Capítulo 51. El veneno se expande...

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Capítulo 51. El veneno se expande, mata lentamente.

Mamá toma mi mano como si yo fuese una niña de preescolar, no está dispuesta a soltarme aunque ya la sienta sudar. Es asqueroso, sé que a ella también le parece asqueroso, pero su instinto de madre alfa le impide separarse.

—Juro que puedo ir sola —le repetí, entonces casi resbalo en los escalones y ella me sostiene—. Y esto le pasa a cualquiera.

— ¿Ahora me harás lo mismo que Nico? ¿Ya te avergüenza que te vean con tu madre?

—Nadie nos ve, estamos a media escalera del inframundo —murmuro.

Seguimos a tío Nico de cerca, miro a mi alrededor mientras respiro por la boca, con la esperanza de no volver a percibir el olor a moho y muerte. Pero ese aroma estaba impregnado en el aire, era imposible no olerlo. Alex iba detrás de mí, tranquilo, incluso parecía no estar en este plano existencial.

— ¿Ya llegamos? —pregunté cuando las escaleras terminaron, mamá al fin me soltó y se volteó a verme.

—No te comportes como una niña ahora, Marly —me regañó de la nada, yo alzo una ceja.

—Mamá... le cantaste una canción cruel a Alex hace rato, y te espantaste con la palabra pato...

— ¡Silencio, que soy tu madre! —chilla sonrojada hasta el cuello.

Alex toma mi brazo, cuando me volteo a verlo confundida noto que todos están sujetándose con fuerza, apenas tengo tiempo de tomar a mamá antes de que la oscuridad se apodere por completo de nosotros. El malestar duró sólo unos segundos, luego nos encontramos en un jardín ante un enorme castillo. Tío Nico cayó rendido sobre mamá y Alex.

—Vamos adentro —balbuceó con el rostro pálido.

Yo los seguí con preocupación. Él no debía hacer viajes sombra, pero lo hizo para poder apresurar las cosas. Ahora debíamos ir rápido.

— ¡No aprendes! —exclamó la joven mujer con un vestido azul grisáceo, se acercó a Nico y lo ayudó a recostarse en uno de los sofás—. Di Angelo, hablamos sobre esto.

—Necesitaba traerlos rápido, Perséfone —se excusó mientras la veía preparar algo en una taza.

Ella nos mira, dejando de agregarle plantas a su mezcla. Su rostro es normal al ver a mamá y Alex, pero una vez se fija en mí, se distorsiona por completo.

— ¿Tú eres la hija de...? —comienza a preguntar, mamá la interrumpe.

—Mi hija, sí. Súper genial, lo sé —recorre la habitación tomando uno de los adornos de flores—. ¿Dónde está el tío más emo de todos?

Perséfone suspira y le tiende la taza a Nico —Está en su habitación, ya no puede salir de allí.

No me explicaba aquello, el dios del inframundo enfermo y postrado en una cama. Era difícil de imaginar. Como ver a Zeus derrotado en el suelo... tal vez era algo que muchos querían, pero también difícil para que se cumpla.

— ¿Puedo hablar con él? —aventura mamá, y la verdad hasta yo quiero unirme a esa conversación.

Los labios de Perséfone se vuelven una fina línea mientras una mirada de pocos amigos aparece.

—No, no hay que molestarlo. Está lo suficientemente mal como para que vayas a sacarlo de sus casillas, Meredith.

Un silencio incómodo se adueña de la habitación. Mamá estaba cruzada de brazos y parecía tener un duelo de miradas con la diosa. Esta última de pronto parece tener poca simpatía hacia mi madre.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora