Capítulo 44. Estaba demasiado bien y...

711 95 112
                                    

Capítulo 44. Estaba demasiado bien, y un rayo me lo recordó todo.

Empujo a Jerome lejos, con el rostro ardiendo. Él se queda con los ojos cerrados y las manos hechas puños. Mi pecho sube y baja a la par de mi acelerada respiración.

—No puedo creer que vengas a mí casa, a mí habitación, luego de lo que le hiciste a Bea, sólo para decir todas esas mentiras y besarme...

—Mentiras... ¿No me crees? ¿De verdad no me crees, Marly? —pregunta acercándose otra vez, yo nuevamente iba a explotar—. Me pregunto si no sientes lo mismo que yo cuando me acerco.

—No entiendo.

—Entiendes. Porque seguro sientes lo mismo. Nunca lo admitiste y yo tampoco. Pero estar cerca de ti me pone demasiado nervioso —sus mejillas se tornan de un tono rosado, yo seguro ya parecía un tomate—. Supongo que por eso no olvidé lo que éramos... —parpadea repetidamente, como si le costara decir lo siguiente—. Porque eres muy importante para mí como para desaparecerte de repente de mi mente.

Sus palabras por poco me conmueven, pero no le comprendía, por eso no lo hacían. Algo en mi interior le creía todo, una diminuta parte quería volver a besarlo. Pero estaba la parte más grande y fuerte que me detenía para hacerlo. Así que permanecí firme, cruzando los brazos.

—No sé quién hizo todo esto, Marlee —sigue—. Pero no funcionó conmigo, y no quiero seguir así. No sé qué tengo que hacer para que vuelva a la normalidad, pero voy a intentarlo.

Asiente con convicción ante mi mirada llena de incredulidad.

—En el caso de que estés en lo cierto, ¿por qué eres el único idiota que va en contra de la realidad? —bufo.

Él lo piensa por un momento antes de responder.

—Tal vez no te olvidé porque tenía grandes sentimientos hacia ti —razona, se queda en un lamentable silencio y me mira a los ojos con desespero—. Pero tú... me olvidaste.

Quise decir no, pero la verdad era que sí. No entendía lo que le pasaba, incluso creía que se volvió un demente. Por más que mi interior quería abrazarlo no lo hice, porque eso no tendría sentido. 

—Vete, Jerome —digo luego de un largo silencio incómodo, él negó con la cabeza.

—No, esperé demasiado para que me dé por vencido ahora —saca un collar, lo levanta hasta la altura de su rostro—. ¿Lo recuerdas? Te hablé sobre él.

Lo miro unos segundos y niego con la cabeza, evitando su expresión de desánimo.

—Dije que me lo dio mi madre en las vacaciones—murmura—. Es lo más importante que te había dicho. Sólo lo sabías tú.

Me estremezco y retrocedo alejándome de él. Alzó una mano cuando se acerca, deteniéndolo.

—Basta. No sé qué te metiste pero estás demente. Tú y yo no tuvimos algo, no me dijiste nada sobre ese maldito collar. No entiendo qué es esto —confieso intentando respirar, suelto una sonrisa falsa—. Pero si esto es uno de los juegos de los dioses, no es divertido... Quiero que te vayas.

Jerome aprieta la mandíbula, respira hondo mientras mira al techo.

—Marly... Yo... —balbucea, me volteo y camino hacia la puerta para poder abrirla. Cuando tenía la mano en el pomo él siguió—. Te quiero, Marly.

Volteo hacia él frunciendo el ceño, con cansancio.

—No entiendo por qué me querrías... No lo hacías antes, ¿por qué hacerlo ahora? —suelto con una pequeña risa ocultando mis verdaderos sentimientos.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora