CAPÍTULO CUATRO

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[ THE GUARDIAN ]

CAPÍTULO CUATRO

❛sus ojos feroces, de hielo❜ 

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❛sus ojos feroces, de hielo❜ 


    AL DÍA SIGUIENTE, aunque Lucy irrumpiese mi sueño -en el cual no aparecieron nada de mundos mágicos ni trágicas muertes o leones rugiendo- lanzándose contra mi cama y dejándome momentáneamente sin aire, me levanté de un humor excelente.

─¡Ven aquí! -exclamé cuando ésta intentaba huir de mí, agarrándola por el tobillo y arrastrándola por todo el colchón.

La pequeña Pevensie empezó a reír a carcajadas, lo cual hizo despertar a Susan, quien al principio nos miró algo enfadada pero que a los segundos optó por reírse ella también. A la hermana mediana se le sumaron los dos hombres de la familia, los cuales se unieron a la guerra de cosquillas contra la pequeña, y esta, agobiada de tanto reír, acabó golpeándonos a Peter y a mí con la almohada.

─¡Basta los dos! -pidió riéndose, estampando cada vez con más fuerza el almohadón.

─¡Me has dado en el ojo! -mentí echándome para atrás, tapándome la cara con las manos.

Lucy y Peter en seguida dejaron de jugar y se centraron en mí algo culpables.

─¡Lo siento, Charlotte, ha sido sin querer!

─¡Mi ojo! -repetí procurando que una sonrisa que tentaba con escaparse de mis labios, no me delatara.

─Déjame ver, ¿te duele mucho? -preguntó Peter intentando apartar las manos de mi rostro, pero yo me negué- Vamos Charlotte, deja que te vea el ojo.

Cuando dejé mi cara al descubierto, la suya estaba cerca de la mía. Pero cerca, cerca. Tanto, que podría contar cada pequeña peca que a simple vista serían imposibles de reconocer. Sobresaltada por la repentina proximidad, agarré la almohada a tientas y se la estampé en la nuca, haciendo que abriera la boca sorprendido por mi reacción.

Susan, Lucy y Edmund empezaron a reírse descontroladamente, y aunque luché por mantener mi rostro sereno, mis labios se curvaron hacia arriba y una carcajada explotó de mi garganta, contagiando también a Peter.

─Vendetta, Pevensie -dije sonriendo, recordándole las palabras de la noche anterior.

─Me la esperaba, Lewis -asintió con la cabeza totalmente serio, lo cual me hizo dudar si le había molestado la broma- ¡Pero apuesto a que tú no te esperabas esto!

Me empujó contra el cabezal de la cama con cuidado y quedé completamente tumbada sobre la cama. Éste empezó a hacerme cosquillas por todas partes, a lo que me retorcí evitando que sus manos siguieran paseándose por mi cuerpo. Chillé suplicándole que por favor parara, pero mis alaridos y pataletas fueron en vano.

THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora