CAPÍTULO DIEZ

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[ THE GUARDIAN ]

CAPÍTULO DIEZ

❛seguro que eran imaginaciones suyas❜ 

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❛seguro que eran imaginaciones suyas❜ 


    PASARON UNOS DÍAS ETERNAMENTE largos y dolorosos. No hablaba, apenas quería comer y tampoco salir. Peter me miraba confuso, como si no entendiera realmente lo que me pasaba y llegué a cuestionarme si rápidamente desconocía que mi padre había muerto. Sus dos hermanas lo sabían, pues me habían visto llorar con las cartas delante, pero conociéndolas, supuse que no le habrían comentado nada a menos que yo lo confirmara o les diera permiso. 

El caso es que, no hablé de ello, así que no pude confirmar nada, lo que por ende llevaba que no supieran con exactitud qué era lo que me pasaba. Aunque seguramente tendrían una idea en mente.

Susan y Lucy habían insistido en que saliera con ellos a jugar al cricket. Fuera hacia un día espléndido y si bien no quería participar en la partida, podía quedarme bajo la sombra de un árbol leyendo. La idea simplemente me produjo horror. Sentía que, si me levantaba, me desmenuzaría.

Dándose por vencidas y yo prácticamente obligándolas a que se fueran si mí, me dejaron sola. No quería ser una carga, no quería que me miraran con pena, no quería pésames y no quería nada. Simplemente quería llorarle a mi padre en silencio. Sabía que a él no le habría gustado que me estancara en su muerte, pero era lo único que me sentía realizada a hacer.

Me dolía más el hecho de que hubiese muerto entre terribles circunstancias, que su simple muerte. Si lo hubiese hecho sin dolor, en casa y con sus seres queridos, no me habría afectado tanto. Pero en cambio, lo había hecho en mitad de un infierno, seguro que con el más terrible dolor que jamás pudieras sentir. Y murió pensando en mí, sin saber que yo alomejor no estaba pensando en él.

Lo peor era que, tras esto, no podría volver a casa o asistir a su entierro. Debía permanecer aquí, sola y desamparada. Tenía a los Pevensie, sí. Sobre todo a Susan y a Lucy, que no querían separarse de mí, pero sin embargo me sentía totalmente sola.

Peter tenía razón. No tenía a nadie. ¿Por qué tanto miedo a la guerra si no me quedaba nada detrás de ésta?

Relajé mis músculos tensos y engarrotados de estar tanto rato en la misma posición. Me gire en la cama, quedando mirando hacia arriba. Ya no dolía tanto. Quiero decir, obviamente no lo había superado, pero podía hablar con las chicas sin romperme a llorar, podía aguantar el tipo cada vez que me preguntaban cómo estaba y asentir con la cabeza, podía dormir sin despertarme apurada o ahogándome. Seguía siendo una muerta en vida, pero había dejado de estar tan muerta y empezado a respirar como antes.

Me levanté de la cama y me fui al baño. Llevaba un cabello horrible. El moño estaba despeinado, así que me lo deshice y deje un cabello salvaje, como el de la melena de un león, colgar sobre mis hombros. Tenía los ojos rojos e hinchados y la cara pegajosa por las lágrimas, así que decidí lavármela. Alisé las arrugas del vestido. Era gris y me lo había regalado mi padre antes de irse a la guerra. Suspiré profundamente. Guardé el collar dentro de la ropa y sonreí, más conforme con el reflejo en el espejo.

THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora