THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]

CAPÍTULO SIETE

[ THE GUARDIAN ] 

CAPÍTULO SIETE

 ❛dos juegos a la vez no❜  

    POR LA NOCHE, el profesor se nos unió en la cena. Aunque trataba de sacar tema de conversación, no hablé para nada. Al principio me dediqué a comer sin siquiera centrarme en la charla, después, cuando mi estómago se cerró, di vueltas a la comida en el plato. Me quedé en la mesa, esperando a que todos terminaran de cenar, simplemente por respeto, pues si hubiese sido por mí, me habría ido ya a dormir. Además de estar cansada, me sentía incómoda sintiendo la mirada de Peter o sus hermanos sobre mí. Era una mezcla de pena y compasión fusionada. Y yo no quería dar pena, ni que me compadecieran.

Agradecí el momento en el que todos terminaron de cenar y pudimos irnos a nuestras habitaciones. Lucy y Susan me siguieron, las tres en silencio mientras nos poníamos el pijama. No estaba enfadada con ellas, ni mucho menos, pero sabía que si empezábamos a hablar, me sacarían el tema de esta tarde. Y no, no me apetecía hablar.

Me acosté pronto, pero no cerré los ojos aunque el sueño me invadiera, pues no quería soñar de nuevo. No quería más palacios, ni armarios, ni leones hablando o brujas intentando asesinarme o llevarme con ellas. No quería más dolores de cabeza.

En realidad, no era el hecho de tener pesadillas lo que más me preocupaba, sino, no tener a mi padre para que me consolara o abrazara después de ellas. Lo echaba de menos a rabiar, y lo que más me fastidiaba no era estar lejos de él, sino estarlo y no tener ni idea de cómo estaba, si seguía vivo no.

Sentí que me perforaban el pecho. Sentí lo mismo que cuando la bruja de mis pesadillas me apuñalaba con su cetro. Un dolor punzante, un vacío existencial, una nada ahí que se extendía por mi cuerpo. Me quebré en dos y traté de abrazarme a mí misma para juntar los pedazos rotos, pero de nada sirvió, porque con cada sollozo que mi garganta se negaba a soltar, más me rompía. Y me rompí durante toda la noche.

ººº

A la mañana siguiente, estaba demasiado cansada para todo. Para levantarme, para vestirme, para bajar a desayunar, para respirar. Me había pasado la noche anterior llorando en silencio. Por suerte no había tenido ninguna pesadilla, porque claro, sino duermes, ¿cómo vas a soñar?

─¡Charlotte, buenos días! -Lucy se lanzó a mí con tanta energía que casi acabó contagiándomela a mí. Sonreí, salí de las sábanas y la abracé como si fuera un peluche- ¡Me aplastas!

─No hagas ruido y sigue durmiendo -susurré acurrucándome a ella, abrazándola por detrás y apoyando la cabeza en su cuello.

─Está bien, pero solo cinco minutos -aceptó, imitando mi tono de voz- Cuando salga Susan del baño tenemos que estar ya vestidas.