CAPÍTULO VEINTICUATRO

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❛protectora del reino, madre de narnia❜ 

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❛protectora del reino, madre de narnia❜ 


EL SOL GOLPEABA CON fiereza sobre mis hombros, tensos y cansados. Llevábamos toda la mañana cabalgando camino hacia Cair Paravel y parecía que el viaje no terminaba nunca. Estaba deseando llegar para poder descansar, pero a la vez saber que ese castillo sería mi futuro hogar me asustaba. Adoraba Narnia y me encantaba estar aquí, pero no podía evitar sentirme algo desconcertada por lo que se avecinaba. Realmente tendría mucho trabajo, muchas responsabilidades; un reino que proteger, unos reyes que cuidar. Se acercarían guerras, pero en ambos mundos las tendría, así que no perdía nada por intentar acostumbrarme a esta nueva vida.

Me repetía a mí misma que no me quedaba nada en la Tierra, el mundo del que venía era un completo caos lleno de dolor e injusticia. Aquí, al menos, sabía que un resquicio de paz podía quedar, un deje de esperanza brillaba en mi destino.

Y los miraba. Miraba a los Narnianos que habían servido con su vida y sus espadas, miraba a los Pevensie que me habían abierto los brazos a su familia y miraba a Aslan que me había concedido otra oportunidad; para ser mejor, para vivir mejor, simplemente para vivir.

Y viviría, por supuesto que lo haría, durante muchos años, décadas y quién sabe cuánto más, en el majestuoso castillo de piedra que se alzaba sobre el horizonte.

─Cair Paravel -anunció Peter a mi lado.

Lo miré, asintiendo con la cabeza al mismo tiempo que Svenia trotaba a un aminorado ritmo, al igual que el resto. Nos habíamos permitido calmar la marcha ya que estábamos relativamente cerca de llegar a casa.

Y por fin, llegamos.

Dejamos los caballos en el establo mientras Aslan, en la delantera, nos guiaba hacia la entrada del gran edificio. Cuando entrabas todo era aún más imponente que su exterior. Altos techos y marmóreos suelos le daban el toque majestuoso y fantástico con el que cualquier persona habría soñado. Los ventanales estaban abiertos y daban a un mar tan claro y extenso que no se distinguía el agua del cielo. Pero lo que más me sorprendió no fue la exquisita decoración, el eco de nuestras voces ante la magnificencia de la estancia, sino los cuatro tronos que ocupaban el extremo opuesto de la sala.

─La sala de los Cuatro Tronos -anunció Aslan al ver que nuestras miradas se dirigían hacia los suntuosos asientos de la realeza- Ahí os coronarán mañana como los reyes y reinas de Narnia.

El Gran León me miró, esperando a que terminara de deleitarme con las vistas hasta que, de pronto, me percaté del significado de sus palabras. Le devolví el gesto, clavando mis ojos en sus ambarinas orbes.

─Y guardianas -añadió en mi nombre, haciéndome sonreír de agradecimiento.

Lucy rió con dulzura mientras Tumnus la cogía de la mano y guiaba, al igual que lo hicieron el resto de los faunos que se habían encargado de servirnos durante nuestra estadía en el campamento.

THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora