CAPÍTULO DIECISIETE

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❛sir peter, caballero de narnia❜ 

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❛sir peter, caballero de narnia❜ 


    AL DÍA SIGUIENTE amanecí con dolor de cuerpo. Sentía los músculos engarrotados y duros, como si hubiese permanecido toda la noche tensa y encogida. Y en cierta parte era cierto. Sentí tanto frío, un frío glacial que me penetraba los huesos, obligándome a mantenerme tan tensa como podía, lo cual acabó repercutiéndome gravemente.

Si bien ninguno de los días anteriores sentía ganas de ir a entrenar, ese fue el que menos quería hacer algo. Sino fuera porque respirar era vital para seguir viviendo, dejaría de hacerlo. Inclusive para eso estaba cansada. De hecho, estaba tan, tan cansada, que aun haberme desvelado no me levanté de la cama.

─Buen día -oí la voz ronca y adormilada de Peter. Éste se estiró en el colchón, empujando algunos de los cojines al suelo. Se acomodó entre las sábanas y me miró- No has pasado una buena noche.

─¿Cómo lo sabes? -pregunté colocándome de lado, mirando hacia él. Estaba clavándome mi propio codo en el pecho, pero el dolor era lo de menos con tener a Peter cerca de mí nada más despertarme.

─Tiritabas de frío -empezó a explicar- Tuve que levantarme a ponerte algunas mantas más encima.

Me incorporé en la cama y vi las tres mantas encima de las sábanas habituales. Suspiré. Realmente aquella había sido una de mis peores noches después de tanto tiempo sin tener pesadillas.

─Gracias por preocuparte por mí -dije colocándome detrás de la oreja un mechón de pelo.

─No es nada, alguna vez tendría que tocarme hacer algo por ti -dijo riendo.

Nos quedamos unos minutos más en la cama, disfrutando del agradable calor que se filtraba a través de la carpa. Era un alivio no sentir de nuevo ese frío que había estado persiguiéndome durante horas desde que Aslan me explicó las intenciones de la Bruja contra mí.

─Creo que deberíamos ir levantándonos ya -sugirió Peter haciéndome erguir sobre el colchón en seguida.

Me costó mucho desperezarme y comenzar a vestirme, pero en cuanto estuvimos fuera y empezamos a desayunar se me pasó el sueño. Aun así, aunque ya estuviera despejada, sentía los músculos agarrotados y tensos. De todas formas ignoré el dolor y me acerqué hacia Aslan, que me esperaba en la misma colina de siempre y mirando al horizonte. No dijo nada cuando llegué, lo cual me extrañó, pues siempre tenía una frase preparada relacionada con las lecciones que me enseñaría ese día. Hoy solo había silencio.

─¿Ocurre algo? -pregunté colocándome a su lado y mirando hacia la misma dirección que sus ojos tomaban.

─Llevamos días buscando a Edmund -dijo con una voz serena y profunda- Y no obtenemos resultados.

THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora