Volteó la cabeza al sentir una luz sobre mis ojos y además, trató de coger un poco más de sabana para cubrir mi cuerpo. Tenía tanto frío que estaba seguro que iba a empezar a temblar, luego de unos minutos de sonreírme a mi mismo por la paz que había, sentí como si un balde de agua fría cayera sobre todo mi cuerpo. Sabía como era aquel sentimiento, por lo que no fue muy difícil de saber a que se debía y por supuesto, sabía quién era la responsable.
-Elsa -Gruñí sentándome en la cama.
Me sorprendí por lo que vi, la cara de mi padre junto con las de mis amigos estaban iluminadas por una tonta sonrisa, mi hermana estaba en una de las esquinas de la casa con un condón en la mano. Pensé que los había guardado bien, por lo que la miré a los ojos y le hice señas que lo guardara, no quería saber como reaccionaría mi padre.
-Ya es hora de levantarse. Además, tienes que atender a tus invitados -Comentó mi padre saliendo de mi cuarto y con él, la cubeta que utilizaron para mojarme.
-Llegaron más temprano de lo acordado -Dije mirando el reloj que estaba enfrente de mi cama.
-Solo queríamos darte una pequeña sorpresa -Dijo Peter moviendo sus cejas de arriba abajo.
-¿Cuándo jugaremos? -Preguntó Thomas entrando a mi cuarto con Mateo en sus pequeños brazos.
Mateo hizo un sonido extraño y luego salto de los brazos de Thomas, tal vez este lo estaba lastimando. Cada vez que venía, Mateo se escondía debajo de mi cama. Pobrecito.
-No podía dejarlo solo -Se excusó Alex llevándose las manos a su cabello -Su niñera no podía cuidarlo hoy.
-Estoy seguro que con Mateo se divertirá -Dijo Sebastián con un poco de molestia en su voz.
-Sebastián -Resopló Elsa; mientras colocaba los ojos en blanco.
-Salgan de mi cuarto, bajaré pronto -Dije mirándolos a todos. Aún el sueño me mataba, pero era obvio que no podía hacer nada, y mucho menos sacarlos de mi casa.
No había dormido muy bien, al igual que las noches anteriores, por lo menos la razón no era la misma, era algo totalmente diferente. Se trataba de un sentimiento un poco extraño que generaba una molestia en mi estómago, al menos el recuerdo de aquella chica se estaba convirtiendo en una simple nube borrosa.
Me levanté y me fui directo al baño, tropecé con un juguete que le había comprado a Mateo, ese perro un día de estos me iba a provocar un infarto. No duré mucho alistándome, por lo que cuando estuve cambiado bajé las escaleras rápidamente. No me gustó en absoluto lo que mis ojos observaron al final de la escalera.
-No hagas eso enfrente de mí -Gruñí al ver a Sebastián metiendo su lengua en la boca de mi hermana.
-Lo siento -Susurró mirando a mi hermana.
-Juguemos -Dije pasando al lado de ellos. No quería pensar en ello.
Me senté en unos de los sofás; mientras observaba como Alex colocaba los controles un su sitio. No me emocionaba mucho jugar, pero era una buena forma de pasar el rato y pasarla bien con los amigos, aunque en ocasiones se terminara con peleas.
-Yo empiezo -Enunció Peter cogiendo el control negro.
-Yo quiero -Dijo Thomas quitándole el control a su hermano.
-Veremos como mi hermano te parte el trasero -Se sentó Alex a mi lado con un brownie en la mano.
Mi hermana cocinaba siempre pasa bocas cuando mis amigos venían a jugar, ya veía la razón. Sabía por como se habían besado hace rato, que tenían que llevar saliendo mucho tiempo, por lo que no tuvieron su primera salida ayer, como ellos me lo quisieron hacer creer, no soy idiota.
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Encontrarte es mi anhelo.
Teen FictionEl destino sabe como jugar, a veces es dulce, y otras veces nos tiene que dar duras lecciones. Siempre me gustó jugar, pero este juego era diferente, no era como los otros... Ella era el premio, tenía que encontrarla, pero lo que no sabia, era que e...