-¿Entonces, no puedes comer helado? -Preguntó la pequeña; mientras comía una barra de chocolate.
-No, no puedo -Respondí sonriendo.
-¿Tampoco chocolate? -Preguntó balanceando sus piernas de un lado a otro.
-Tampoco chocolate -Susurré, observando como sus piernas se balanceaban, aquel movimiento me recordó aquella chica de la ventana, me había olvidado por completo de ella.
Sabía que estando aquí no podía averiguar nada de ella, por lo que tenía que pensar en como descubrir aquella chica que al parecer me visitaba todas las noches después de la hora de visitas, pero por supuesto, tenía que pensar en como despertar, desde la última vez que desaparecí habían pasado tres días, al menos ya no eran semanas o al menos, aquello dijo la pequeña.
Cuando volví a aparecer en la sala del hospital vi Andrea en la misma parte de siempre, solo que estaba vez tenía como diez barras de chocolates sobre sus piernas. Desde que la vi no hemos parado de hablar, al parecer estaba aquí porque su abuelo había tenido un pequeño accidente, y se quedaba afuera, porque su madre siempre se la pasaba adentro visitando a su abuelo y en ocasiones, venía con su hermana mayor.
-¿Podrías hacerme un pequeño favor? -Pregunté mirando a la pequeña.
-Sí -Sonrió mostrando aquellos dientes que me daban tanta gracia.
-Ven conmigo, no tardaremos, lo prometo -Dije levantándome del suelo.
No dijo nada, solo se levando de la silla y me empezó a seguir, tenía una buena idea de como saber como era aquella chica que me visitaba cada noche. La guíe por los largos pasillos del hospital, gracias a Dios los médicos y las enfermeras estaban lo suficientemente ocupado como para ver a una niña de ocho años riendo sola, o al menos eso era lo que ellos verían.
Nos detuvimos cuando llegue a la sala de espera que estaba afuera de mi habitación, había pensado en hacerla entrar, pero mejor la dejaba aquí afuera, no quería que viera lo que había detrás de esa puerta, por algo su madre no la dejaba ver a su abuelo, por lo que decidí explicarle las cosas aquí mismo.
-Si quieres te puedes sentar -Sugerí mirando como me miraba de arriba abajo -¿Te grabaste el camino hasta aquí? -Pregunté sentándome en el piso; mientras ella se sentaba en una silla.
-Más o menos -Dijo bajando la cabeza.
-Volveremos a donde esta tu abuelo, y me dirás si te lo terminaste de grabar, tranquila -Dije sonriendo.
-Está bien -Dijo encogiéndose de hombros -¿Tú estas ahí dentro? -Preguntó observando la puerta.
-Sí -Dije mirando como retorcía sus dedos.
-¿Vas a morir? -Preguntó mirándome con lágrimas en los ojos.
-No -Dije rápidamente -Andrea, necesito que me ayudes en algo, todos los días viene una chica a las diez de la noche -Dije observando como me miraba -Necesito, solo si puedes, que vengas a esa hora y mires quién es, solo si puedes -Dije mirando sus ojos.
-Puedo hacer eso -Dijo riendo -Es como la serie de televisión que mi mamá no me deja ver -Comentó mientras aplaudía, aquello último me hizo reír.
-Mejor vamos a donde tu abuelo -Dije levantándome.
Andrea intentó coger mi mano cuando íbamos caminando, pero como siempre, mi mano traspasó con la suya. Sonreí por la cara que puso, me miró a los ojos y lo volvió a hacer.
-Presta atención a los pasillos -Dije apartando mi mano.
-Está bien -Dijo mirando por todas partes.
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Encontrarte es mi anhelo.
Teen FictionEl destino sabe como jugar, a veces es dulce, y otras veces nos tiene que dar duras lecciones. Siempre me gustó jugar, pero este juego era diferente, no era como los otros... Ella era el premio, tenía que encontrarla, pero lo que no sabia, era que e...