4. ¿La chica de las notas?

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Una lágrima se derramó por mi mejilla, haciendo que mi cuerpo se estremeciera por lo cálida que se encontraba. Sentía como si alguien me hubiese clavado un puñal en el pecho, la sensación era realmente desagradable, mis manos temblaban, por lo que las guardé en la chaqueta que siempre traía puesta.

Me senté en el cemento ya familiar para mis ojos, embocé una sonrisa al recordar tantas cosas y volví a derramar una lágrima que recorrió el mismo camino que la anterior.

No era justo lo que había pasado, ¿Cómo podía ser posible que alguien tan importante para ti se fuera y que el mismo día llegara alguien igual de especial?

Mi madre se había llevado una parte de mí; sin embargo, mi hermana había sacado algo de mí que nunca había llegado a conocer. No me arrepiento de tener una hermana y de aquello estoy más que seguro, de alguna forma, ella sacó lo mejor de mi madre.

Recuerdo que cuando murió, mi padre no derramó ni una lágrima. Luego cuando cumplió un año de estar muerta, no la vino a visitar, al igual que los demás años, también me dijo que no viniera el día de su muerte, me imaginó que era porque éste mismo día cumple mi hermana. Sin embargo, era imposible no venir, la amé tanto que duele realmente no venir.

En ocasiones, pienso que ella está aquí a mi lado viendo en la mierda que me he convertido, sé que no estaría orgullosa de mí, porque realmente yo tampoco lo estoy. Pero, qué más da. No puedo devolver el puto tiempo, así que no puedo sólo borrar lo que he hecho y la verdad tampoco quiero, no me quiero ni imaginar que sería de mí, sino hubiese empezado las carreras. La adrenalina era lo único que tenía para controlarme, además de los cigarrillos.

Miré su epitafio y sonreí, recuerdo que mi padre me preguntó que le quería decir a mi madre, sólo tenía un año, así que le dije lo que tal vez todo niño diga "Eres un ángel que siempre me cuida, te amo" no me arrepiento de haberlo dicho, aunque en realidad ella era más que un simple ángel.

Me levanté al recibir un mensaje de mi padre, era obvio que él sabía que estaba aquí. Cuando comencé a venir después de que me dijo que no lo hiciera, recuerdo que se disgustó, pero no me importó y seguí viniendo, y ahora realmente sé, que le da igual. También sé que mi hermana viene, tal vez no el día de su cumpleaños, pero si otros días, aunque no me lo haya dicho.

Caminé por el cementerio viendo las estatuas que estaban en mi camino, a veces me preguntaba si los ángeles tendrían alas, y si era así, ¿Mi madre las tendría? Sonreía al imaginármela.

Unos sollozos llamaron mi atención, era algo normal estando en el cementerio, algunos lloraban, otros gritaban o simplemente no hacían nada. Sin embargo, había algo diferente en esos sollozos que llamaron mi atención, por lo que caminé más lento para ver si podía encontrar de dónde provenía.

No sé realmente cuanto estuve caminando, estaba empezando a pensar que esto era una locura, al igual que una estupidez, ya no escuchaba los sollozos y también, no creo que llegué a encontrar de donde provenía. Por lo que me fui sin pensarlo dos veces. Fue una estupidez lo que hice, ahora tendría que estar recogiendo el pastel de mi hermana, por lo que me encaminé hacia el lugar que le encantaba a mi hermana.

<< ¿Dónde estás? >> Decía un mensaje de Sebastián.

<< Saliendo del cementerio >> Le escribí. Él y Peter eran los únicos que sabían que cada año y algunas veces del año venia al cementerio a ver a mi madre.

<< Estoy en la pastelería, no me quieren dar el puto pastel que mandaste hacer >> Reí al leer el mensaje. Cada año ese petardo se me adelantaba, no le decía nada, porque sabía que no me prestaría atención.

Encontrarte es mi anhelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora