Encontrarte es mi anhelo.

22. ¿Quién es?

No sabía que pensar cuando tenía esos tipos de recuerdos, y aún menos cuando no me acordaba de nada en absoluto. De lo único que podía estar seguro era que por alguna razón tenía esos recuerdos para recordar algo muy importante que por supuesto había olvidado, o más bien, para recordar a alguien. No tenía que ser un brujo para saber a qué persona tenía que recordar, ya que por mi cabeza no aparecía ni siquiera la letra en que comenzaba el nombre de la niña de lazo violeta. 

Pero, ¿Por qué recordar a esa niña?

Sabía por lo menos que había sido importante en mi niñez, pero si había sido así ¿Por qué no la recordaba? Estaba seguro que no había sido una amiga imaginaria, ya que mi hermana y Sebastián, también la habían visto.

Ahora que pienso en esos dos tortolitos, ellos debían de tener algún recuerdo de ella, por lo menos debían acordarse de su nombre, tal ve podría comunicarme con ellos por medio de Andrea, pero para eso debía de esperar que ella y mi hermana o Sebastián estuviesen en el mismo lugar, ya que normalmente siempre venían en horas diferentes. Otra cosa que tenía que pensar, era en como les preguntaría por medio de esa pequeña, ya que estaba seguro que jamás se habían visto y lo más probable es que piensen que aquella niña este loca, ya que, yo también lo haría si estuviera en su situación.  

No podía solo decirle que dijera: Gabriel quiere saber como se llamaba aquella chica que jugaba con ustedes cuando tenían entre cuatro y cinco años, o ¿Recuerdan cómo se llamaba la niña que solía jugar  con ustedes en su infancia? Lo sé, soy un asco formulando preguntas. 

Otro camino, podría ser hacerles ver que estaba ahí con ellos, y después preguntarles, supongo que eso será peor, teniendo en cuenta que tal vez ni le presten atención. Solo tenía que esperar que ellos coincidieran, pero primero tenía que ir a la sala de espera de su abuelo, ya que dudaba mucho de que ella viniera de nuevo hacia mí.

Otra cosa que había estado rondando mis pensamientos, era lo que me había dicho Andrea antes de desaparecer, lo cual era "Solo no te dejes llevar" La pregunta del millón era, ¿De quién?  Estaba empezando a pensar que aquella niña de trenzas sabía más de lo que aparentaba, por lo que era otra de las cosas que debía hablar con ella. Tal vez, ella sepa algunas cosas gracias a su tía. Sin embargo, también estaba la posibilidad de que no me haya querido decir nada por alguna razón, aunque, sinceramente, no le veía nada de malo saber un poco de lo que te estaba pasando, es decir, lo que ella me dijera o al menos, lo que sabía me podría ayudar a salir de este estado, o por lo menos, saber a ciencia cierta, por qué estaba así.

Cerré mis ojos y dejé que la voz de Marcos me tranquilizara. Así es, ese viejito, había venido al enterarse que estaba grave, y yo que pensé que le había caído un poco mal. María había venido ayer, y por supuesto se la pasó hablando como una lora. No me molestó, solo me recordó a mi dramática hermana, la cual no ha venido en estos dos días y eso me preocupa un poco, ya que ella no faltaba dos días de seguido, a menos que ya se haya aburrido de verme la hermosa cara que había adquirido a lo largo del tiempo.

-¿Qué te pareció la sinopsis? -Preguntó Marcos con una sonrisa en su rostro -Yo la odié -Se rió haciendo que una sonrisa apareciera en mis labios.

No había nadie como él, ese viejo tenía más humor que el propio Peter y eso que él si que hacía reír, además de que jodía demasiado. 

-Solo lo tengo, porque la chica que hace los panecillos me lo dio para que me distrajera, pero tengo que confesarte que hasta la vieja María distrae más que esta cosa -Confesó pasándose la mano por la cara -Estoy muy viejo para leer libros que se traten de jovenzuelos enamorados, me bastó con leerme en el colegio Romeo y Julieta -Comentó frunciendo el ceño.